
Dentro de los clásicos de nuestra música, Alfredo Zitarrosa tiene bien ganado un sitio privilegiado. Uruguayo de nacimiento y latinoamericano por convencimiento fue uno de los cantautores más prodigios de las décadas del sesenta y setenta; su voz de un marcado color tabaco le daba forma a los versos con una masculinidad propia del alma popular.
Los arreglos de sus canciones; íntimos o pegajosos, según lo ameritara la intención son ejercicios que entregan un especial deleite al oído con marcada sensibilidad folclórica y social.
De sus canciones; imposible no reparar en Adagio a mi país, El violín de Becho, Que pena y Candombe del olvido o emocionarse con Doña Soledad e incluso reírse con composiciones tan sarcásticas como la Chamarrita de los milicos. Sensibilidad como cada vez se encuentran menos, música sin necesidad de arreglos aparatosos y lo más importante: una intención de canto.
Era Alfredo Zitarrosa, para quienes no lo conozcan de aquellos cantores comprometidos con las causas de los oprimidos a la vez que un destacado periodista y poeta. Un artista por cual se debe transitar para mejor comprender la historia de nuestros pueblos y esta compilación de dos discos, es una buena excusa para empezar a hacerlo.
Para ver y escuchar:
El violín de Becho: http://www.youtube.com/watch?v=Fh-wBywAri4
Chamarrita de los milicos: http://www.youtube.com/watch?v=0H7OcIRU_W4
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