D emoré en ver por primera vez este documental que dio mucho de qué hablar a partir de su aparición (y eso que la directora, al parecer, evitó todo cuánto pudo caer en algún tipo de sensacionalismo). Más cercano al intelecto de la supuestamente homenajeada en el documental, había dedicado el tiempo principalmente a su producción escrita en torno a temas tanto sociales como de defensa de las minorías (mujeres, niños e indígenas; en ese orden). Fue en la página de una municipalidad esa primera vez que lo vi. Sabía de antemano que el posible propósito de la directora, María Elena Wood , era presentarnos, mediante su relación con la más reconocida de sus albaceas, Doris Dana , a una Gabriela Mistral mucho más cercana. A mi entender es muy poco lo que lo logra, si es que ese era en verdad su propósito. Lo que se logra es empatizar con una completa extraña, Doris Atkinson sobrina y heredera de Doris Dana. A ella le cae en azar tener que cumplir con un deber familiar que claramente le ...