Si bien no es fácil ponerse en el lugar de otra persona...mucho menos fácil es ponerse en el lugar de una mujer sin ser mujer. Tratar de comprender, sentir, leer gestos o escuchar intenciones y devolverles la libertad que muchas de ellas perdieron al ir creciendo. Acercarse a una mujer es casi siempre una travesía que se debe emprender cautelosamente, en lo posible con verdad en los ojos y en los labios, con discreción y ternura en las manos, con una mente abierta y atenta porque los senderos recorridos por una mujer siempre son muy difíciles.El libro Mujeres que corren con los lobos de Clarissa Pinkola Estés es un verdadero tratado sobre aquellos senderos. No resulta nada fácil de leer pues plantea muchos aspectos olvidados incluso por las propias afectadas. El libro se constituye en sí mismo como un manual de recuperación del espíritu salvaje de nuestras maltratadas lobas. No es prensa roja, ni siquiera un manifiesto feminista; es la voz de alerta en medio del cemento, otro llamado de la selva o el ruido del bosque.
Pocas mujeres recuerdan, menos mujeres pueden todavía ver o sentir como su naturaleza les dicta. este libro lleva por caminos antiguos, muy lejanos a los que las modernas felinas transitan. Es una biblia para aquellas mujeres que quieran encontrarse consigo mismas más que encontrarse con los otros. Es luz en medio de tanto brillo, agua en medio del mar. No vendría nada mal que también muchos hombres lo leyeran junto a sus compañeras y que de no ser posible lo leyeran solos para saber querer de mejor manera a sus madres, a sus hermanas y a sus hijas.
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