Para Gabriel; con un abrazo a la distancia
Hace mucho rato que uno de mis amigos; lector fiel de estas entradas me dijo que no debía dar fin al ciclo de soundtrack de películas que me habían fascinado. Me acuerdo que le dije que podía ser que con el tiempo agregara otros discos y a decir verdad, no había visto películas en los últimos meses que me recordaran que oír sus diálogos y música fuera una experiencia en si misma.
Hace poco volvía a ver Apocalipsis Now y me envolvió el delicioso manto de algunos jirones de rock clásico (The End, Suzie Q) enigmáticas notas que precisamente evocan la niebla en el alma humana (The Delta, Orange Light) y cómo no, aquel omnipotente galope de las valquirias que los amantes del cine hemos presenciado en más de alguna ocasión. Una experiencia complementaria a uno de los mejores filmes que existen sobre la extraña condición humana.
Otra banda de sonido que tenía perdida entre medio de libros, papeles y películas es The Wall; qué potente película; mítica sobre todo porque Pink Floyd fue la banda que la inspiró. Es decir este es un caso quizás único. Estamos hablando de uno de los discos más famosos de todos los tiempos y de una película que se hizo debido a que el disco era una obra de arte ya valorada por medio mundo. Depresivo a la vez que liberador. Otro de aquellos regalos a los sentidos que tan frecuentemente suelo elogiar. Qué decir si tan solo Brick a in the wall es una composición tan potente en si misma que no podemos evitar vibrar con solo escucharla; qué será la experiencia de oír la obra completa.
Escuchar a Pear Jam es lo que es debido a la característica voz de Eddie Vedder; y la banda de sonido de Into The Wild es Eddie Vedder cien por ciento. La película es en esencia parte de un singular espíritu que va junto a quienes buscan rutas alternativas que les alejen de todo aquello que no solo cansa o satura, sino que coarta y condena a la resignación. También estas composiciones trascienden los minutos que dura la historia que complementan. Una delicia caminar, andar en bicicleta escuchándolas...sentir el viento en la cara y ser parte de un mundo amplio mucho más amplio en lo que dura el disco.
Hace mucho rato que uno de mis amigos; lector fiel de estas entradas me dijo que no debía dar fin al ciclo de soundtrack de películas que me habían fascinado. Me acuerdo que le dije que podía ser que con el tiempo agregara otros discos y a decir verdad, no había visto películas en los últimos meses que me recordaran que oír sus diálogos y música fuera una experiencia en si misma.
Hace poco volvía a ver Apocalipsis Now y me envolvió el delicioso manto de algunos jirones de rock clásico (The End, Suzie Q) enigmáticas notas que precisamente evocan la niebla en el alma humana (The Delta, Orange Light) y cómo no, aquel omnipotente galope de las valquirias que los amantes del cine hemos presenciado en más de alguna ocasión. Una experiencia complementaria a uno de los mejores filmes que existen sobre la extraña condición humana.
Otra banda de sonido que tenía perdida entre medio de libros, papeles y películas es The Wall; qué potente película; mítica sobre todo porque Pink Floyd fue la banda que la inspiró. Es decir este es un caso quizás único. Estamos hablando de uno de los discos más famosos de todos los tiempos y de una película que se hizo debido a que el disco era una obra de arte ya valorada por medio mundo. Depresivo a la vez que liberador. Otro de aquellos regalos a los sentidos que tan frecuentemente suelo elogiar. Qué decir si tan solo Brick a in the wall es una composición tan potente en si misma que no podemos evitar vibrar con solo escucharla; qué será la experiencia de oír la obra completa.Escuchar a Pear Jam es lo que es debido a la característica voz de Eddie Vedder; y la banda de sonido de Into The Wild es Eddie Vedder cien por ciento. La película es en esencia parte de un singular espíritu que va junto a quienes buscan rutas alternativas que les alejen de todo aquello que no solo cansa o satura, sino que coarta y condena a la resignación. También estas composiciones trascienden los minutos que dura la historia que complementan. Una delicia caminar, andar en bicicleta escuchándolas...sentir el viento en la cara y ser parte de un mundo amplio mucho más amplio en lo que dura el disco.


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