Debo confesar que el provocativo y extenso titulo (Relatos y poemas para niños extremadamente inteligentes de todas las edades) de esta compilación del conocido escritor, critico literario y profesor norteamericano Harold Bloom, me cautivó en cuánto lo vi por primera vez. No es que precisamente sea yo un niño, mucho menos extremadamente inteligente; aunque eso sí, tengo una edad y tengo además aquella aciaga sensación que llevó al autor a buscar una buena cantidad de historias y versos que pudiesen seducir a una generación de niños y niñas que supuestamente no leen. Al parecer "todos los niños leen antes de prender el televisor e incluso los adultos olvidamos que no necesitamos en nuestra infancia ser extremadamente inteligentes para sentir curiosidad ante un libro adecuadamente presentado ante nuestros ojos.
Autores comunes a cualquiera que se precie de haber leído cuando niño, obras que tal vez tengan sentido entendiendo la vida universalmente; casi todas, obras de autores que escribieron en inglés sin embargo ricas en relación a sus temáticas. Puede ser que con respecto a los poemas, nosotros los lectores hispanoamericanos nos sintamos un tanto menos representados, la sensibilidad nuestra no siempre logra ser expresada por autores que no conocen de nuestra particular manera de ver el mundo. No son relatos o poemas que puedan ser señalados necesariamente como "infantiles"; son adecuados a cualquier edad como sugiere el titulo; la selección y ordenamiento de los textos obedece a lo que podemos comprender como cuatro estaciones de la vida; de allí que niños ya entrados en años puedan sentir que este libro les dice más de algo.
En esta era en que todo parece indicar que los seres humanos quieren todo de inmediato, que solo lo audiovisual puede tener cabida y llegada en nuestros pensamientos, libros como tan extensos como este que comento nos recuerdan que habita en nosotros aquella necesidad de encontrarnos con ese universo que nos conecta; cuando no hay luz eléctrica o son escasos los estímulos auditivos, en la calma que todavía se encuentra a la sombra de un árbol en medio del verano o en aquella hoguera necesaria que encendemos en un rincón del hogar en los días más fríos, relatos y poemas como estos no recuerdan lo asombrosamente inteligentes que fuimos cuando nos permitíamos pensar como niños.
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