
Lo reconozco, la primera vez que vi la película no la valoré como se debía, y es que esperaba demasiado de esta joya del cine. Encontré mucho de su desarrollo más bien jocoso. Reconocía eso sí, desde un comienzo, la tremenda capacidad de Max Schreck (el conde Orlock) para intimidar con su sola presencia.
La imagen e interpretación de este conde sustentaba toda mi fascinación ante este filme de 1922 que como comenté anteriormente, puede que nos cause más risa que temor la primera vez que nos adentremos en las penumbras de su castillo. Afortunadamente me di a la tarea de volver a verlo hace muy poco (precisamente para escribir esta entrada) y descubrí algunos detalles valiosísimos por decir lo menos.
Nosferatu, el vampiro es una adaptación de la novela Drácula de Bram Stoker llevada al celuloide con maestría por el alemán F.W. Murnau. Por problemas legales la película no pudo llamarse como el libro, pero con el paso del tiempo y a pesar de que debía ser destruida (los herederos de Stoker demandaron a Murnau por plagio) algunas copias fueron salvadas, lo que permitió a las generaciones posteriores y a nosotros por cierto, disfrutar de una de las obras maestras del surrealismo alemán.
Con respecto a la trama, si no han leído el libro o visto alguna de las versiones de Drácula, basta con decir que un enigmático conde cambia su residencia desde un pueblo donde su solo nombre provoca pavor a una ciudad de occidente. Una vez alli se prenda de una hermosa joven a la cual acude cada noche para berber su sangre. Debido a la aparente enfermedad de la muchacha, su familia se contacta con un científico que los alertará acerca de la existencia de los vampiros.
Todo la mitología que se sabe a cerca de vampiros, todo lo que se ha visto en el cine de terror acerca estos oscuros engendros fue sacado de esta obra maestra. No existe una sola razón para no verla.

Pincha el siguiente link para ver la película: http://www.youtube.com/watch?v=uUueCDfJShg
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