
De un tiempo a esta parte cada vez que hay elecciones
me siento un tanto aislado. De ninguna forma soy de aquellos que pregonan que
no les interesa la política, ni pretendo dármelas de elegido que disfruta
el jactarse de que no existe nadie ni nada que lo identifique. Al contrario, me
complica de sobre manera y hasta me preocupa no ser ya capaz de ver alguna
diferencia entre los políticos.
Ellos se supone que piensan distinto pero
al momento de gobernar se parecen demasiado. Discuten de vez en cuando
acaloradamente en el Congreso, se insultan y a veces hasta pierden su supuesta
compostura y hasta se dan de golpes...pero cuando no los estamos viendo, cuando
comparan las ganancias de sus repentinamente pujantes negocios, a la hora del
café, en el almuerzo e incluso minutos antes de entrar o salir del trabajo es
muy poco lo que los separa.
Recordé aquella serie de dibujos
animados que nosotros veíamos en Latinoamérica en los años ochenta
que se llama El
perro ovejero y el coyote, donde se supone que se odiaban, pero eso
era solo en horario de trabajo; Willy, el coyote (que en la serie en inglés se
supone que era un lobo pero se hizo muy famoso por ser el mismo personaje de
otra serie animada conocida por estos lados como El corre caminos) trataba siempre
de robarse las ovejas y Ralph, el perro ovejero, evitaba durante toda la
jornada de trabajo que esto sucediera y sin embargo, cuando no estaban
trabajando no había problema alguno entre ellos.
Nuestros perros ovejeros y nuestros coyotes
o lobos no se pelean por simples ovejas. Por estos lados las ovejas son recursos
naturales, empresas públicas y otras tantas instancias que les permiten ganar no poco dinero.
Es muy rara la analogía ésta que se me
ocurre. Ahora depende de usted decidir y votar acerca de quién jugará a ser el
perro ovejero y quien tendrá que ser el coyote. Pero recuerde, solo es cuestión
de tiempo. Ellos saben muy bien que para que se mantenga la farsa a veces
también tienen que disfrazarse del otro para que las ganancias jamás salgan de
sus bolsillos.
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