Si hay algo que disfruto es una buena serie de televisión; aunque debo reconocer que muy pocas veces las veo en vivo (capítulos de estreno y todo eso); si la serie da que hablar o despierta algo de mi disperso interés...bueno; la veo en Internet. Es el caso de House. M.D, aunque debo reconocer que esta serie me interesaba principalmente por afinidad con una de aquellas personas importantes con las que te encuentras a veces en la vida.
Bueno, resulta que yo le conseguía las temporadas a esta persona especial y poco a poco me fui interesando en los capítulos de la serie. Sin llegar a ser una de mis favoritas, debo reconocer que me interesaba bastante y no sabía bien por qué hasta que leí el libro que nos ocupa.
La Filosofía de House de William Irwin y Henry Jacoby es de aquellos libros inoportunamente entretenidos. Lo lees y ríes si es que conoces la serie. Reflexionas acerca de lo que te parecía sorprendente y valoras el sobresaliente trabajo de los guionistas que amalgaman un conjunto de elementos aparentemente destinado a intelectos superiores y temporada a temporada lo ofrecen a sus seguidores. Las influencias socio culturales que perfilan a este doctor malas pulgas las cuales van desde Sherlock Holmes hasta la fascinante sabiduría zen, pasando por Sócrates y el Tao; pegajosas mezclas como pueden ver. Pues bien este libro da mucho más de lo que ofrece.
Publicado el año 2009 es un compendio de ensayos escritos por diversos colaboradores de los autores ordenados con una lógica muy amena e interesante, no aburre ni un solo instante y es una abierta invitación a conocer el mundo de uno de los personajes más carismático de la historia de la televisión aunque como dice precisamente uno de sus enunciados; este personaje invita más a leer que ha ver televisión y ese es asunto en este comentario; definir que mucho de lo que vemos tiene un origen en lo que hace muchos siglos leemos.
La serie como tal termino después de la octava temporada; como muchos grandes éxitos puede que su duración se haya alargado innecesariamente. Para disfrutar el libro en todo lo que vale, no es necesario haber visto ni todos los capítulos ni menos todas las temporadas; basta con conocer al personaje; conocerlo e identificar a quienes lo rodean. Entender que un programa tan atractivo se basa en prototipos filosóficos y de acción asumidos por seres que nos rodean. La lectura de La Filosofía de House no hace si no reafirmar que la televisión en otras latitudes hace rato que se vio en la necesidad de trascender a la cultura de la basura y tan solo aquello basta para atreverse a disfrutar sin absurdos prejuicios de buena televisión y de mejor literatura.
La Filosofía de House de William Irwin y Henry Jacoby es de aquellos libros inoportunamente entretenidos. Lo lees y ríes si es que conoces la serie. Reflexionas acerca de lo que te parecía sorprendente y valoras el sobresaliente trabajo de los guionistas que amalgaman un conjunto de elementos aparentemente destinado a intelectos superiores y temporada a temporada lo ofrecen a sus seguidores. Las influencias socio culturales que perfilan a este doctor malas pulgas las cuales van desde Sherlock Holmes hasta la fascinante sabiduría zen, pasando por Sócrates y el Tao; pegajosas mezclas como pueden ver. Pues bien este libro da mucho más de lo que ofrece.
Publicado el año 2009 es un compendio de ensayos escritos por diversos colaboradores de los autores ordenados con una lógica muy amena e interesante, no aburre ni un solo instante y es una abierta invitación a conocer el mundo de uno de los personajes más carismático de la historia de la televisión aunque como dice precisamente uno de sus enunciados; este personaje invita más a leer que ha ver televisión y ese es asunto en este comentario; definir que mucho de lo que vemos tiene un origen en lo que hace muchos siglos leemos.
La serie como tal termino después de la octava temporada; como muchos grandes éxitos puede que su duración se haya alargado innecesariamente. Para disfrutar el libro en todo lo que vale, no es necesario haber visto ni todos los capítulos ni menos todas las temporadas; basta con conocer al personaje; conocerlo e identificar a quienes lo rodean. Entender que un programa tan atractivo se basa en prototipos filosóficos y de acción asumidos por seres que nos rodean. La lectura de La Filosofía de House no hace si no reafirmar que la televisión en otras latitudes hace rato que se vio en la necesidad de trascender a la cultura de la basura y tan solo aquello basta para atreverse a disfrutar sin absurdos prejuicios de buena televisión y de mejor literatura.
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