
Hace algunos años aquellos entrañables hermanos que son Gastón
y Eduardo Guzmán les hicieron una entrevista y tenían un pequeño desacuerdo:
sirve de algo votar cuando nos llaman a elecciones...
Gastón sostenía que no sirve para nada
porque las cosas no cambian y en aquella vieja historia del rico más rico y el
pobre más pobre, vamos de mal en peor; Eduardo entendía las preocupaciones de
su desesperanzado hermano pero, se permitía la defensa de un derecho que nadie
le podría nunca negar. Decía Eduardo algo así:
- Me gusta votar; porque así puedo elegir quien quiero que me robe.
La nula credibilidad que tienen hoy en día
los políticos a muchos nos alcanza a penas para hacernos reír. Cada vez más se
escucha a las personas aclarar que sus críticas a los actos políticos son
independientes de quien gobierne. Pero puesto que toda república que se precie
de tal debe necesariamente tener un modelo político, y que la democracia es el
sistema de gobierno menos malo ¿qué queda para el futuro...?
Al parecer cuesta mucho no sucumbir a la
tentación de echar mano a los bienes que son de todos, de no caer en el tráfico
de influencias y apartarse de los caminos que recorren la mayoría.
Evitarse la cola y la burocracia a la que desde hace tanto tiempo están
condenados los que no son nadie.
Decía alguien que prefiero olvidar que
elegir ricos para que nos gobiernen era más seguro porque como ellos desde
siempre han tenido tanto, no se tentarían...pero ya sabemos que entre los seres
humanos quien no tiene nada quiere algo y quien tiene algo...quiere todavía
más.
Parece que en los partidos, los gremios y
los sindicatos ya no hay servidores públicos y los que hay parecen que sirven
hasta que alcanzan alguna cuota considerable de poder, porque el poder todavía
convierte a las personas buenas en personas malas. La corrupción nunca ha
estado lejos de quienes tienen con qué corromperse; de ahí que es desolador el
panorama.
Los seres humanos somos por naturaleza
imperfectos y los pocos en los que podemos confiar es un hecho que tendrán que
tener un gran temple para no sucumbir al público encanto de los poderosos.
La
corrupción genera empleos, nos mantiene con empleo y es un considerable riesgo
el pretender enfrentarla... esta parece ser hoy
más que una consigna propia de los ladrones de uno y otro lado. Parece que ya
no nos otorgamos siquiera el derecho de preguntarnos qué hacemos nosotros por
detener a quienes nos roban, nos engañan y en bizarros discursos declaran
querer servir a aquellos sentimiento tan nobles que nacen en los apacibles
sueños de quienes no ostentan ningún tipo de poder.
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