No es que sintieran nostalgia de algo que alguna vez hubiese sido hermoso; el cerro que ellos recordaban era oscuro, en el mejor de los casos rojo; no recordaban tan bello verde, los muros...la mayoría estaban desde que ellos recordaban. Los recovecos que prudentemente habían sido disimulados guardaban sus historias que eran muy distintas de las que las placas decían.
Un paseo era ahora el cerro; largos caminos adornados que guiaban a los fascinados caminantes por recuerdos convenientemente re interpretados.
Desde atrás de los troncos de los árboles, de las piedras que no aún no habían sido movidas, ellos observaban aquel panorama que no recordaban o que tal vez nunca habían conocido. Enormes casas de cemento, carruajes sin animales y gentes que como hormigas pululaban en todas direcciones.
Las voces, la música que estridente salia de aquellas grandes cajas negras no les permitían el descanso. Esas voces, las letras de las canciones hablaban de ellos, pero ellos no estaban entre las gentes que extrañas modas vestían.
En honor de ellos se nombraban los monumentos...pero sin ellos. Era cosa de esperar; siempre caía la noche y volvían a quedar solo ellos velando las casonas que ya nadie habitaba, los cañones que de ningún modo serían de nuevo disparados. Se contarían de nuevo las historias que son ciertas, sus historias...esas en que allí los sacrificaron o los fueron a dejar porque nadie quería hacerse cargo de sus cuerpos, ni decir sus verdaderas historias.

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