En el año 1984 se estrenaron películas que me gustan mucho. La historia de cierto robot que venía del futuro para matar a la madre del que sería el hombre, que en el futuro, liderara la resistencia de la humanidad ante las máquinas, la historia de un genio de la música que era capaz de desquiciar incluso a uno de sus más fervientes admiradores o una película sobre un psicópata que podía matar va los jóvenes de cierta calle, siempre y cuando ellos cometieran el error de quedarse dormidos. Entre tantas adrenalina, tan descollantes efectos especiales, me permito comentar tal vez la más reposada de mis opciones, ya se por que me estoy poniendo viejo o porque a veces uno comprende que las emociones pueden llegar a ser tan potentes o sorprendentes como suelen ser la adrenalina y los efectos especiales.
Un hombre que camina en pleno desierto; mudo, desaseado y amnésico, un hermano menor que le va a buscar y debe lidiar con no pocos obstáculos para traerle de vuelta a casa, un niño que tiene dos padres y dos madres y es sorprendentemente inteligente tanto en lo intelectual como en lo emocional, dos parejas que a la vez que complementarias son demasiado distintas y sobre todo una historia de redención de un hombre y una mujer que han hecho muy mal las cosas.
La guitarra que nos acompaña a lo largo de gran parte de la película, los silencios que son acertados a la vez que profundamente angustiante, la frágil entereza de Nastassja Kinski, la arrolladora a la vez que calmada presencia de Harry Dean stanton, Hunter Carson que niño y todo se las apaña para ser uno de los sustentos que nos atraen de la historia. Una bella, muy bella fabula triste sobre la familia y el individualismo, un remanso más que recomendado para quienes vayan demasiado alborotados por la vida.



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