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Mostrando entradas de junio, 2024

Mujeres (IV)

C asi todas las mujeres que fueron importantes en mi infancia y en mi adolescencia están presentes en los poemas o prosas que aparecen en mis anteriores libros. A veces cometí la osadía de nombrarlas con nombre e incluso apellidos, en otras ocasiones fue un adjetivo o un seudónimo lo que dio pie a un escrito. Las mujeres suelen ser para mí un misterio al mismo tiempo que permanentes motivos de fascinación; las respeto desde siempre y no cometería nunca el error de subestimarlas o de generalizar cuando a sus contradicciones toca referirse.     Crecí rodeado de mujeres, pase hambre junto a ellas tanto en la casa como en la calle, aprendí con ellas a pensar antes de actuar, a ser limpio, a reparar en detalles en los, que, de no haber compartido con ellas, no hubiese reparado jamás. Fue por eso que le dije aquella vez a aquel amigo que respetaba a las mujeres; jamás ha dejado de ser así…me sigo enamorando de ellas en cada esquina y muy a mi pesar, sigo siendo capaz de amar tan solo a una

Hombres (III) y (IV)

  U na tarde decidí ser como los otros niños y salir a la calle a jugar. En la esquina del pasaje estaban los muchachos más grandes fastidiando a los más chicos. El más  alto de todos ofreció a uno de los de mi edad dejar de molestarlos si me pegaba un puñetazo en la cara. No creo haber alcanzado a estar un minuto en la calle cuando ya estaba de vuelta en la casa con la nariz sangrando, mi mamá alarmada preguntándome a la vez que me limpiaba con un paño húmedo qué era lo que había pasado. Me quedé callado pues ni siquiera yo entendía qué era lo que había pasado; no era la primera vez, ya en una ocasión había intentado jugar con los amiguitos de la población, recuerdo que me tuve que esconder detrás de un poste de la luz pues tocaba jugar a la guerra. Fue solo un segundo que asomé la cabeza, entonces vi venir la piedra que me dejo inconsciente por alrededor de cinco minutos tras darme de lleno en la frente.