Casi
todas las mujeres que fueron importantes en mi infancia y en mi adolescencia
están presentes en los poemas o prosas que aparecen en mis anteriores libros. A
veces cometí la osadía de nombrarlas con nombre e incluso apellidos, en otras
ocasiones fue un adjetivo o un seudónimo lo que dio pie a un escrito. Las
mujeres suelen ser para mí un misterio al mismo tiempo que permanentes motivos
de fascinación; las respeto desde siempre y no cometería nunca el error de
subestimarlas o de generalizar cuando a sus contradicciones toca referirse.
Crecí rodeado de mujeres, pase hambre junto
a ellas tanto en la casa como en la calle, aprendí con ellas a pensar antes de
actuar, a ser limpio, a reparar en detalles en los, que, de no haber compartido
con ellas, no hubiese reparado jamás. Fue por eso que le dije aquella vez a
aquel amigo que respetaba a las mujeres; jamás ha dejado de ser así…me sigo
enamorando de ellas en cada esquina y muy a mi pesar, sigo siendo capaz de amar
tan solo a una a la vez.
Comentarios
Publicar un comentario