Ocurre que quería escuchar a Mozart con un poco más de dedicación. Los expertos saben que desde hace tiempo toda la obra del prodigio austríaco está clasificada y muy correctamente ordenada. Early Symphonies reúne en seis discos las sinfonías compuestas entre los años 1764 y 1771. Caracterizadas por sus tres movimientos (rápido-lento-rápido) son muy amenas de oír. Sí alguien se pregunta qué componía Mozart cuando tenía ocho años, supongo que con las primeras composiciones puede hacerse una idea. Es sorprendente constatar un estilo que a lo largo de los siguientes años del ineludible maestro de la música docta no haría otra cosa que continuar mejorando.
En las contadas ocasiones en que me atrevo a comentar este tipo de obras no puedo dejar de sentir un profundo pavor. Desde siempre ha llamado mi atención la música sinfónica. Me cuentan cosas los instrumentos, reencuentro sentimientos que creía haber perdido y sano rincones en donde las decepciones pretenden dejar costras. Poco o nada sé del lenguaje técnico. Como cualquier trabajador que se haya detenido a escuchar notas como estas, ya nunca más pude dejar de escucharlas. Me otorgan el descanso, hacen infinitamente más gratas mis lecturas y acompañan esas soledades que me siguen desde siempre.
Sólo una vez acudí a escuchar música docta en un teatro. Escribí un cuadernillo con algo así como poemas con las notas que les robé a los instrumentos que parece que eran muy caros. Si no lo eran, quienes tuvieron, en aquella ocasión, la tarea de ejecutarlos para un grupo de neófitos ,los que estaba yo, los hicieron parecer cuando menos inalcanzables. De antes me venía el bichito de oír a los instrumentos (y a quienes tan magistralmente los ejecutan) y me parece justo ordenarme un poco. Empecé por Mozart porque era el que tenía más a mano. Lo escucharé por lo que presiento que será tanto un largo, lo mismo que un apasionante, tiempo. Pueda ser que alcance, y si no...estoy seguro que valdrá el intento.

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