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Mostrando entradas de agosto, 2025

Frases XXVII (Simone Weil)

"Una verdad es siempre la verdad de algo. La verdad es el esplendor de la realidad". "La destrucción del pasado es quizás el más grande de todos los delitos". "La destrucción del pasado es quizás el más grande de todos los delitos". "La palabra revolución es una palabra por la cual se mata, por la cual se muere, por la cual se envía a las masas populares a la muerte, pero que no tiene contenido alguno". "El capitalismo ha logrado la liberación de la sociedad en relación con la naturaleza. Pero esa misma sociedad ha heredado rápidamente, frente al individuo, la función opresiva que antes ejercía la naturaleza". "La existencia humana es una cosa tan frágil y expuesta a tales peligros que no puedo amar sin temblar". "Toda obra de arte tiene un autor, pero cuando es perfecta, sin embargo, tiene algo de anónima. Imita el anonimato del arte divino". "La verdadera generosidad hacia el futuro consiste en dar todo al pre...

Simone Weil

  M e recordó a León Tolstoi, pero su vida me estremeció mucho más. Vivió sus primeros años a lo sombra de su hermano, que al parecer era muy inteligente, y llevó su compromiso con sus causas a limites muy difíciles de alcanzar. Se entiende que su imagen no sea demasiado conocida porque su postura de vida no es, en lo absoluto, una postura que pueda ser vendida. Renunciar a todos los privilegios (aunque estos sean pocos) no es cosa fácil y esta, en apariencia, frágil mujer lo hizo. No está en tazones, ni en poster, ni era, hasta hace poco motivo de estudio. Sus escritos fueron publicados, en su mayoría, de forma póstuma y su ejemplo se encuentra, en este instante, al alcance de cualquier intelecto. Fue profesora, más de una vez. Filosofa y activista. Obrera también más de una vez y por propia voluntad. Buscó una fe que le representara a lo largo de su muy corta vida y solidarizó más de una vez con quienes estaban en desgracia o eran excluidos. Dicen que cuando niña no comió azúcar ...

El lector de libros electrónicos (II)

A hora que podía tener muchos libros en un solo dispositivo. Ahora que podía tener incluso un libro de más de mil páginas y no sentir más peso que el de un moderno dispositivo en la palma de su mano, se propuso ponerse al día con los libros que la mayoría decía que eran las cumbres de la literatura. Mucho tiempo que quería asomarse a ese enigma que era "En busca del tiempo perdido"; había cotizado una bella edición que reunía, en una caja, los siete tomos pero no se había decidido a gastar esa cantidad de dinero para sí. Lo postergo hasta que, embriagado de alegría, supo que podía descargarlo y ponerlo en el lector electrónico que hace poco había tenido la suerte de comprar, en un muy conveniente precio, a una señora en el persa que visitaba al menos una vez al mes. Tres años demoró en terminar de leer los siete libros. "Por el camino de Swann", "A la sombra de las muchachas en flor" y "El tiempo recobrado" fueron sus favoritos. Se fastidió, como...

El lector de libros electrónicos

D esde siempre le gustó leer. Cada vez que se compraba un libro sentía que había adquirido un bien invalorable. No tenía dónde dejar los libros que compraba, así que los amontonaba cerca de dónde dormía. Nunca fue de la idea de acumular bien alguno, por lo que intentaba conservar, únicamente, los libros que todavía no había leído. Leía mucho; hasta cinco libros en un rango acotado de tiempo. El que le parecía más interesante lo terminaba primero; los menos interesantes iban quedando para el último. Los leía todos porque todos los libros son interesantes; unos más que otros, pero todos merecen ser leídos.  Iba de un lugar a otro caminando o en transporte colectivo; si es que el destino al que se dirigía se encontraba distante. No podía ir de aquí para allá llevando, en su pequeño bolso, todos los libros que estaba leyendo. Intentaba guardar en su bolso sólo lo necesario. Uno o hasta dos libros pueden ser necesarios y se debe dejar espacio, en ese bolso que portará solo lo esencial, ...