Fue profesora, más de una vez. Filosofa y activista. Obrera también más de una vez y por propia voluntad. Buscó una fe que le representara a lo largo de su muy corta vida y solidarizó más de una vez con quienes estaban en desgracia o eran excluidos. Dicen que cuando niña no comió azúcar mientras duró la primera guerra, que le enviaba a un soldado las cosas de las que se privaba. Que intentó participar en la Guerra civil española y que siendo francesa renegaba de cualquier bandera. Dicen que pensó y que escribió, que llevó una vida muy accidentada y que su determinación le costó la vida a los 34 años.
Más de veinte obras entre ensayos, cartas y reflexiones que provocaron la más profunda admiración de otros intelectuales. Obras que fueron reunidas y publicadas en su conjunto después de su muerte. Ella había publicado algunos de sus ensayos y reflexiones pero no habría contado con el tiempo suficiente para ver sus libros. Buscó, toda su vida buscó respuestas a las preguntas que le quitaban el sueño. "Opresión y libertad", "La condición obrera", tal vez sus obras más importantes. Su naturaleza mística deja mucho en qué pensar en sus escritos religiosos. Escritos que se sustenta en vivencias que se sobreponen a la teoría tan común en tantos intelectuales con los que compartió época.
Bello ser humano, bello espíritu revelándose permanentemente al dolor, al sufrimiento; incluso al cansancio que nos embrutece y tal vez justifique muchas de nuestras contradicciones vitales. Ojalá sus escritos y su ejemplo puedan equipararse al de tantos otros y otras que siendo más conocidos han sido mucho más tergiversados. Lo de ella es muy poco manoseable; por eso que no es tan conocida. Nunca es demasiado tarde para conocer.

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