
Patricio Guzmán es el director de esta prueba latente de la vida en el Chile de 1970 a 1973. Podrán argumentar los opositores a que esta obra sea por todos conocida que es de aquel material que divide al país pero eso sin atreverse a reconocer que retrata a un país que incluso al día de hoy , siempre ha estado dividido. Son tomas en terreno como diría un periodista de lo que por entonces era la noticia; es decir las incontables marchas de una clase social que hasta entonces no tuvo voz y cuando la tuvo no hizo si no hablar más de la cuenta.
Podemos ver las ganas que los trabajadores tenían de que la Unidad Popular resultara, los encendidos discursos de una y otra parte, la génesis de lo que vendría, un ejemplo de la falta de vergüenza y de moral de un cierto soldadito que primero defendió el gobierno constitucional para solo algunos meses después ser el rostro de lo que a algunos todavía les cuesta reconocer como un golpe de estado. Podemos ver claramente donde estuvo el error y tal vez, si algo hemos madurado en todos estos años, el tremendo costo de haber sido irresponsables.
Ningún ser humano que se sienta llamado a conocer, investigar y aprender algo de los procesos políticos y sociales de los pueblos puede dejar de ver La Batalla de Chile. Es un documento más que un documental; un caudal de evidencias para los divididos de cualquiera de los bandos, un regalo que hace mucho, mucho tiempo aguarda para que aquellos que alguna vez se autodenominaron el pueblo lo descubran, lo estudien y revicNingún ser humano que se sienta llamado a conocer, investigar y aprender
algo de los procesos políticos y sociales de los pueblos puede dejar de
ver La Batalla de Chile. Es un documento más que un documental;
un caudal de evidencias para los divididos de cualquiera de los bandos,
un regalo que hace mucho, mucho tiempo aguarda para que aquellos que
alguna vez se autodenominaron el pueblo lo descubran, lo estudien y revisen sus discursos. No se deben repetir los errores que nos han dolido tanto.
En ese periodo tenía entre 9 y 12 años. En mi ingenuidad infantilcreí que llegaba al fín la justicia. Quería crecer pronto para participar en la construcción de una sociedad donde todos podrían comer, educarse, donde todos trabajarían para todos. Pero un día terrible todo terminó. Aunque tiempo dspués llegó la "democracia", la justicia no llegó. Mi sueño infantil lo comparto con muy pocos...tan pocos que no alcanza a escucharse. Ya nadie ve el hambre, la esclavitud, la sumisión eterna. Las luces del sistema neoliberal han logrado hacerlas invisible.
ResponderEliminarY sin embargo sigues estando. Búscate entre distintos e impares, no olvides lo que soñaste y lo que eres. Gracias por compartir tu sentir que es el sentir de muchos que piensan que no son escuchados y ya ves (o lees) aquí estamos todavía.
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