Este es otro libro que me llevó mucho tiempo terminar. Las razones son tantas como aburridas y el hecho es que por más que lo postergué, el libro fue terminado. En un comienzo iba a ser un libro de poemas, luego quise agregar algunas cartas que no mandé y algunos escritos sobre temas tan variados como disimiles. Arte, música, política y no pocos textos más bien personales. El conjunto terminó por ser tan dispar como honesto.
Es un libro en que la celebración tanto de los nombres que para muchos de mi generación pueden significar mucho como los que apenas y con mucho orgullo, significan mucho para mi conviven sin justificación alguna. Transcurrieron ocho años entre empezarlo y terminarlo, este transcurso de tiempo se debe principalmente a que como me había pasado con todos aquellos cuadernillos que escribí hasta antes del año 2016, me parecía que no tenían la suficiente calidad para ser publicados. Agregué a último momento algunos textos que urgentemente debían ser escritos para poder, como ha sido siempre, comprenderme más claramente. Fueron estas tal vez las razones para demorar tanto en hacer público estos escritos.
Hacerlo fue el comienzo del cierre de un tiempo que comenzó con los primeros escritos y terminaría inesperadamente en textos personales. Nunca vi lo que escribía como una necesaria terapia como lo puedo ver ahora que miro hacia atrás y veo que escribí para ordenar aquel caudal de sentimientos que son tan poco prácticos como colectivos. Estar todavía es una declaración de principios ante aquellos que creen que no vale la pena mantener los principios, que hablar de uno mismo es mucho más importante que hablar de nosotros.
Siempre quise escribir un libro que tuviese como portada la pintura El Cuarto Estado de Giuseppe Pelliza. Dedicarlo a aquellos que no se dan por vencidos por duro que sean sus tiempos, constatar una vez más que estamos para amar porque es lo mejor que a muchos de nosotros nos sale y que sabemos pelear aunque ya no nos interesa. Advertir que intentamos ser mejores personas día tras día y que nuestros silencios no fueron ni serán nunca señales de cobardía.
Comentarios
Publicar un comentario