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Mostrando entradas de octubre, 2007

Una de gente feliz

"¿Que ganamos con levantar hermosos edificios, fabricar aviones veloces, artefactos que llegan a otros planetas, si no tenemos hombres felices que viajen y los habiten?" L a frase es de Bertolt Brecht , la leí en un mural, en una estación de metro. En el momento me pareció notable, por eso la escribí en mi cuaderno de apuntes, eso fue hace muchos años; la gente sigue siendo desdichada o feliz de acuerdo a como se plantea ante el mundo.   Creo entender bien lo que Brecht quiso decir y mi reflexión es a propósito de algunas entradas que pudiesen parecer un tanto oscura o negativas. Creo en la felicidad de los hombres, pero no creo que ésta se logre por medio de la enajenación. Pienso que es un deber de todos el trabajar para hacer de este mundo un lugar mejor. Tenemos todo para lograrlo: amplias riquezas naturales, años de dolor que debieron dejar alguna enseñanza en nuestro corazón. No estamos perdidos como humanidad, aún es tiempo de crear un oasis en torno

Los Versos

Todavía es noche En el vientre de Latinoamérica A pesar del brillo del oro Que hace cinco siglos el invasor Hizo vomitar a los montes Al sur del rió bravo Se sigue viviendo de esperanzas Más fácil de lo que vino se marchó La libertad y fue remplazada Con palabras que los que ahora Mandan creen que lo ocultan todo Desperté una mañana cualquiera Y noté que en mi tierra el sol Ya no alumbraba lo mismo… Le colgaron cadenas al sol Le colgaron el miedo Me levanté aquella mañana Abrí todas las ventanas que daban A la calle y malparí una idea… Alcé una utopía ya muerta Amarré los versos y salí a lavarles La sangre a los heridos… (¡¡Dios; cuántos heridos ¡!) Los versos fueron nuestro dialecto Me cubrieron sus miradas dolidas Y reposaron sus huesos sobre Mis delgados brazos… Me pude sus cansancios, me pude sus Incontables muertes No existían entre mi boca y mis manos Palabras para decir patria, amor, solidaridad Entonces nacieron estos versos Me pude a los caídos (¡¡Dios; cuántos caídos!!) Quis

Memorias de Silvio Rodríguez

L as memorias de alguien conocido siempre tienen algo de interés para más de alguien; ya sea por escrito o a través de canciones como en este caso. Memorias del trovador cubano Silvio Rodríguez debe ser seguramente uno más de tantos casete de este icono de los años 80, pero para mí, son algo más que eso.  Las canciones que nos llevan a una infancia compartida por quienes crecimos al sur del rio bravo, lo que en estas trovas llama el poeta papalotes, nosotros llamamos volantín o cometa, el viejo obrero nos recuerda a más de uno los esfuerzos de seres cercanos muchas veces por alcanzar la necesaria educación.  También está la ansiosa adolescencia y esa declaración de amor que es Madre , en este caso refiriéndose a la revolución cubana, Canción de la nueva escuela , Fusil contra fusil (dedicada como ya todos saben a Ernesto Che Guevara) son el complemento perfecto cuando de evocar los sueños de quienes crecimos bajo dictaduras se trata.  Están las canciones que nos plantean la reflexión

Hombre sin muerte

El tantas veces homenajeado, el tantas veces satanizado o elevado al sitial de santo revolucionario cumple de su desaparición terrenal cuarenta años. Cuatro décadas en que para bien o para mal, en algún lugar del mundo cada día se habla de él. Se le ha explotado como imagen hasta el cansancio, se le ha visto en los estadios y en los lucrativos templos del consumo. Es un producto más, un ejemplo del error que conlleva ser o intentar al menos ser consecuente en palabras y actos. Es por estos días, solo la imagen de un fracaso. Eso es lo que quisieran, y puede ser que para la gran mayoría de los que profesan la fe del consumo, no sea más que eso. Pero para muchos todavía es un ejemplo. Creer en algo como muchos creen en sujetos con cruces en el pecho, es más que una utopía, un derecho. Muchos creen aún en su ejemplo y para ellos el tantas veces muerto, no ha partido sino que nace cada cierto tiempo. Porque ha nadie que de su vida por lo que cree fácil se le olvida. Porque para aquel