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Mostrando entradas de abril, 2008

Cuentos Oscar Wilde

H ace muchos años leí un cuento; se titula  El ruiseñor y la rosa , por aquel tiempo leí también El príncipe feliz , y aunque era todavía niño, pude comprender que tras aquellas historias debía de habitar un espíritu distinto al de cualquier mortal. Del autor por entonces no supe mucho, a penas que su nombre se encontraba de vez en cuando en algún texto de lectura de aquellos que el Estado nos repartía a los niños de las escuelas públicas. Cuando crecí y pude comprarme mis propios libros me encontré con el libro que quiero comentar en una feria. Lo compré a muy bajo precio pues era una de aquellas ediciones económicas que se regalaban con los diarios a mediados de los años 80 del siglo pasado. Me reencontré con aquellos dos cuentos tan recordados y con otras maravillosas historias que acabaron por convencerme de que Oscar Wilde era uno de aquellos escritores esenciales en cualquier biblioteca. Existen muchas ediciones de estos cuentos; algunas muy bien cuidadas, delicadas y ded

El incendio

O currió un día que habían quemado una de las imágenes de la virgen que estaban en el templo de mi pueblo. El pueblo amaneció consternado; seguro era obra de alguna secta satánica, los cardenales de todos los pueblos cercanos acudieron en urgente procesión al templo para pedirle perdón a su santa madre por la atrocidad cometida. Todos hablaron del pagano suceso y salieron en busca del o los culpables. Pobrecita la virgen, ella que no le hace daño a nadie - suspiro una de las señoras habitual visitante del templo. Mire que maldad, le quemaron toda su ropita - suspiraba otra de sus devotas. No tardaron en hallar al culpable. Era un tipo de esos que vagaban por el pueblo con la mirada perdida y el estomago vacío; uno de esos que los fieles del templo pasaban sin ver los días de misa. Él no entendía nada, había prendido un poco de fuego y se había armado tanto alboroto. Unos agentes de la ley lo atraparon y lo llevaron a la comisaría a declarar su pobreza, le hicieron pruebas p

Dean Martin Forever Cool

T odo el mundo sabe que Sinatra es la Voz ; pero no, a mí me tenía que gustar Dean Martin , y no es por llevar la contra; lo que pasa es que desde niño la forma de cantar de este italoamericano me llama la atención. Alguna vez le pregunté a un musico a qué se podría deber el que me gustara como cantaba el segundón y no el jefe del rat pack . Pues bien, no había otra respuesta que no fuera que sobre gustos no hay nada escrito y que tal vez prefería la voz de Dean Martin por que era imperfecta. Ahí está el detalle: siempre me quedo con los malos modelos, porque no es que solo sea la voz la imperfecta, Dean Martin era también el alcohólico y aunque es sabido que más de algo tenía que ver Frank Sinatra con la mafia, a él de ninguna manera se le podría considerar un mal ejemplo según los parámetros de exitismo tan vigentes. Comentar que Everybody loves somebody es su canción más conocida y sin embargo no mi favorita, puede que importe algo o que Volare en su voz alcanzó un vuelo dis

El cine cuando yo era niño

C uando yo era niño gozaba de una muy saludable locura. Ordenaba mi mundo interior en base a la irrealidad; a veces era un caza recompensas como los del espagueti westerns, a veces un mafioso, un superhéroe o un experto en las artes marciales; todo esto claro está, en mi mente. En el mundo real no era mucho más que un niño que empujaba un carretón recogiendo diarios y cartones o ayudando a las señoras que iban a las ferias a cargar sus bolsas por algunas monedas. Dibujaba la mayor parte del tiempo historietas, imaginaba que dirigía películas y de vez en cuando hasta las actuaba. Plegaba hojas de papel blanco en cuatro partes y diseñaba, tras recortar la hoja, carteleras de películas que únicamente eran exhibidas por las tardes para mí. Recortaba autos, explosiones, personas y todo cuanto pudiera encontrar en los diarios para la producción de aquellas magnificas películas que se proyectaban casi todas las tardes sobre el cubrecamas o sobre el mantel de la mesa para preocupación de