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Mostrando entradas de 2007

Último día antes del primer día

C omenzar de nuevo, atreverse a concretar los sueños pendientes, a decirle que la amamos en secreto todos estos años a la vecina del frente o a nuestra mejor amiga. Pedirle un aumento al jefe, cumplirle las promesas a quienes todavía creen en nuestra palabra, ir a ver a ese ser querido con el cual estamos distanciados hace tanto tiempo. Ser mejor persona y compartir lo nuestro por poco que sea, hablar con la verdad aunque no sea conveniente, plantar un árbol, escribir un libro y decidirnos a procrear un hijo o una hija que nos devuelva las sonrisas en un mundo en que cada vez se sonríe menos. Comprarnos aquello que hace rato queríamos comprarnos, bajarnos del auto para caminar por la plaza una mañana de enero, beber agua con hielo y agradecerle a los árboles por regalarnos la sombra. Decidirnos a ser quienes siempre quisimos ser, sin temor a ser diferentes. Respetar y respetarnos, escuchar más que hablar, ocuparse de aquello que nos preocupa, entregar más que pedir, limpi

Otra forma de la navidad

No hace mucho caminé por calles sin adornos. Los árboles sin luces ni guirnaldas y los niños esperando tan solo que el papá no llegue de nuevo borracho. Pesimismo, anacronía en estos tiempos en que nuestros países forman parte del bendito capitalismo que nos permite comprar en los nuevos templos en que se profesa la fe. Puede ser, pero también puede que sea que conozco otra forma de la navidad. Una navidad donde compartir un pedazo de pan, un vaso de leche caliente o un momento de nuestro tiempo es más importante que correr preocupados por comprar por no quedar mal. En las otras calles (esas por las que corren cargados de bolsas, miedo y prejuicios tantos de nosotros) solo vi egoísmo y desconfianza en los gestos de la gente. En esas calles hay personas que están solas y ya ni recuerdan lo que es celebrar algo y otras que no escatiman excusas para celebrarlo todo. En este día todos celebran, unos el abultamiento de sus cuentas y otros tener la ropita otra vez como nueva. Solo por un mom

Siete Ocasiones (1925)

B uster Keaton no logró nunca el enorme reconocimiento del que gozó Charles Chaplin, sin embargo es innegable su aporte y genialidad en el concierto del cine mudo. Siete Ocasiones es sin duda una gloriosa muestra de su singu lar modo de expresar el arte de la risa. Es en síntesis una seguidilla de chistes cinematográficos unidos por un argumento delirante; el personaje de Keaton está agobiado por las deudas, él y su socio reciben la noticia de una herencia que solo puede hacerse efectiva si se casa a las siete de la tarde el día en que el cumple veintisiete años. Somos testigos entonces de hilarantes malabares por lograrlo por parte de los socios y un oficial civil. Esta película refleja para mi gusto el estilo sin par de Buster Keaton; el característico rostro que no se inmuta ante nada, escenas saturadas de movimientos acrobáticos, la lucha persistente contra la adversidad y el humor con intenciones y criticas a los usos sociales de la época. Memorable es la secuencia del

La extraña

No siempre se sabe de donde es que finalmente vienen ciertas personas; a mí no es mucho lo que eso me importa pero en el caso de la extraña me causaba una innegable inquietud. No sabíamos de dónde venía ni hacia dónde había partido tras su breve paso por el pueblo pequeño. Ella sabía hacer que las personas se sintieran bien y para ello no recurría a enigmas ni confusas teorías teocéntricas, simplemente era ella misma; tan jovial, tan sabia, tan amiga y relajada como si desde siempre nos conociera. Su estadía fue un veranito de san Juan, un tiempo para sentir más que decir, la mayoría de las personas del pueblo ni siquiera notaron su paso pues ya he dicho que fue fugaz. No recuerdo su nombre pero si recuerdo que pasaba la mayor parte del tiempo escuchando le que le quisiesen contar. Era sabia con los niños y no tenía miedo de parecerse a ellos, reía claramente y miraba a las personas serenamente no guardaba secretos y siempre esperaba que alguien tuviese ganas de pasar por su

Narraciones extraordinarias

C onocemos estas narraciones en distintas versiones, han sido traducidas y editadas en formato económico y también no pocas veces, de lujo. Han sido llevadas al cine y a la televisión. Nos fascinan y nos perturban ya hace muchos años. Son los relatos de un insano que deliraba ahogado en la genialidad y en el alcohol. Edgar Allan Poe es un clásico de la literatura universal y con muy merecido derecho, pues su libro más conocido: Narraciones extraordinarias sigue aún estremeciendo incluso a las generaciones virtuales (sí, esos chiquillos que se la pasan pegados al computador y a las consolas). El merito de estos relatos radica en su vigencia atemporal. Esta vigencia se debe seguro a que aunque pase el tiempo y la vida en sociedad se tecnifique, perdura la inseguridad del ser humano enfrentado a lo que son sus más profundos miedos. Y no solo eso, la paranoia y la muerte como presencias inexplicables. El horror, la tortura o la tragedia a la vuelta de la esquina o tras cualquier puer

Los viejos de la calle

En la entrada anterior lo dejaba entrever, hay en la calle un mundo de personas que no notamos; puede ser que la mugre, el mal olor, el miedo lo notemos, pero definitivamente, muy pocas veces notamos a las personas. En la calle hay personas que fueron botadas a la basura por otras personas. Las botaron por medio del desprecio, de la injusticia y el mal agradecimiento. Muchas de estas personas fueron un día hermanos, padres o hijos sin embargo hoy solo son los viejos de la calle esa curiosa fauna que muy pocos comprenden. Son motivo de la compasión de modernos samaritanos y del desprecio de los que quisieran ver las calles de la ciudad de una vez por todas limpias. Cuando me propuse incluir homenajes en este blog claramente estaba pensando en homenajear a mis influencias, y estos viejos de la calle aportaron mucho a lo que soy. Con ellos aprendí que se toma vino para ahogar las penas y para refrescar las alegrías, que el mejor día para vivir es el hoy y que todo lo que tenemo

La calle

Eramos niños de la calle, sabiamos que el asunto de noche era peligroso, sabiamos también que si llegabamos a crecer, seriamos adultos tristes como nuestros padres; presentiamos que nos pondriamos viejos y cansados y eso sin duda afectaba nuestra visión del mañana y si esto fuera poco, sabiamos también que cuando a los militares se les ocurría decretar toque de queda le disparaban al primero que pillaban. Le andabamos agarrando la cola al peligro, pero eso le daba un sentido a nuestras pequeñas vidas. La calle era nuestro medio natural, de día o de noche, el encanto era muy parecido. Recoriamos más y más calles con el secreto anhelo de conocer cada vez más mundo. En las escuelas nos enseñaban, pero los profesoras hablaban de mundos y de cosas que para nosotros parecian inexistentes: de geografia, números, reservas, y sobre todo nos hablaban de un país que nosotros no conociamos... la calle era otra cosa, no teniamos dinero para reservar, a penas unos pesos para comprar pan, conocimos l

Un hombre religioso

E n mi pueblo había un hombre religioso. No era político, no era sacerdote, no era importante...era un hombre religioso. Algunos ancianos lo querían porque los iba a ver a sus lechos de muerte con las necesarias palabras de su religión, en cambio, otros ancianos decían que solo era un ladrón de tierras. El hombre religioso siempre sonreía; pretendía en todo momento aparentar felicidad. Los niños del pueblo no lo soportabamos porque aquel hombre había olvidado lo que era ser niño: Él entre adultos era compuesto, era muy educado y ya no soñaba con nada ni creía en nada que no fuera su religión. Solía, cuando podía tirarle las patillas a los niños que no hacían lo que él quería, los insultaba y menospreciaba aunque decía tener una religión; creo que nunca comprendió lo que quería decir "Dejad que los niños vengan a mí..." Todo lo humano le parecía innecesario y pregonaba que los niños cuando nos hicieramos viejos seriamos todos amargados como él. Cuando montado en su mula, subí

Una de gente feliz

"¿Que ganamos con levantar hermosos edificios, fabricar aviones veloces, artefactos que llegan a otros planetas, si no tenemos hombres felices que viajen y los habiten?" L a frase es de Bertolt Brecht , la leí en un mural, en una estación de metro. En el momento me pareció notable, por eso la escribí en mi cuaderno de apuntes, eso fue hace muchos años; la gente sigue siendo desdichada o feliz de acuerdo a como se plantea ante el mundo.   Creo entender bien lo que Brecht quiso decir y mi reflexión es a propósito de algunas entradas que pudiesen parecer un tanto oscura o negativas. Creo en la felicidad de los hombres, pero no creo que ésta se logre por medio de la enajenación. Pienso que es un deber de todos el trabajar para hacer de este mundo un lugar mejor. Tenemos todo para lograrlo: amplias riquezas naturales, años de dolor que debieron dejar alguna enseñanza en nuestro corazón. No estamos perdidos como humanidad, aún es tiempo de crear un oasis en torno

Los Versos

Todavía es noche En el vientre de Latinoamérica A pesar del brillo del oro Que hace cinco siglos el invasor Hizo vomitar a los montes Al sur del rió bravo Se sigue viviendo de esperanzas Más fácil de lo que vino se marchó La libertad y fue remplazada Con palabras que los que ahora Mandan creen que lo ocultan todo Desperté una mañana cualquiera Y noté que en mi tierra el sol Ya no alumbraba lo mismo… Le colgaron cadenas al sol Le colgaron el miedo Me levanté aquella mañana Abrí todas las ventanas que daban A la calle y malparí una idea… Alcé una utopía ya muerta Amarré los versos y salí a lavarles La sangre a los heridos… (¡¡Dios; cuántos heridos ¡!) Los versos fueron nuestro dialecto Me cubrieron sus miradas dolidas Y reposaron sus huesos sobre Mis delgados brazos… Me pude sus cansancios, me pude sus Incontables muertes No existían entre mi boca y mis manos Palabras para decir patria, amor, solidaridad Entonces nacieron estos versos Me pude a los caídos (¡¡Dios; cuántos caídos!!) Quis

Memorias de Silvio Rodríguez

L as memorias de alguien conocido siempre tienen algo de interés para más de alguien; ya sea por escrito o a través de canciones como en este caso. Memorias del trovador cubano Silvio Rodríguez debe ser seguramente uno más de tantos casete de este icono de los años 80, pero para mí, son algo más que eso.  Las canciones que nos llevan a una infancia compartida por quienes crecimos al sur del rio bravo, lo que en estas trovas llama el poeta papalotes, nosotros llamamos volantín o cometa, el viejo obrero nos recuerda a más de uno los esfuerzos de seres cercanos muchas veces por alcanzar la necesaria educación.  También está la ansiosa adolescencia y esa declaración de amor que es Madre , en este caso refiriéndose a la revolución cubana, Canción de la nueva escuela , Fusil contra fusil (dedicada como ya todos saben a Ernesto Che Guevara) son el complemento perfecto cuando de evocar los sueños de quienes crecimos bajo dictaduras se trata.  Están las canciones que nos plantean la reflexión

Hombre sin muerte

El tantas veces homenajeado, el tantas veces satanizado o elevado al sitial de santo revolucionario cumple de su desaparición terrenal cuarenta años. Cuatro décadas en que para bien o para mal, en algún lugar del mundo cada día se habla de él. Se le ha explotado como imagen hasta el cansancio, se le ha visto en los estadios y en los lucrativos templos del consumo. Es un producto más, un ejemplo del error que conlleva ser o intentar al menos ser consecuente en palabras y actos. Es por estos días, solo la imagen de un fracaso. Eso es lo que quisieran, y puede ser que para la gran mayoría de los que profesan la fe del consumo, no sea más que eso. Pero para muchos todavía es un ejemplo. Creer en algo como muchos creen en sujetos con cruces en el pecho, es más que una utopía, un derecho. Muchos creen aún en su ejemplo y para ellos el tantas veces muerto, no ha partido sino que nace cada cierto tiempo. Porque ha nadie que de su vida por lo que cree fácil se le olvida. Porque para aquel

Amores de pequeño

Yo sé que hay amores Que uno no olvida Y que el paso del tiempo No sabe como borrar Amores secretos De encuentros breves y temerosos De temblores en las piernas Y nudos en el vientre que eran inmensos Corazones en los cuadernos Tardes para conversar Mirarse durante horas ilusionados Y despertar para amar Amores antiguos Que nos hacían llorar Cuando el corazón indefenso Creía que todo iba a acabar También tuve amores de aquellos Sin pretensiones de ser versos Latidos discretamente disimulados Y que no conocieron de besos Amores que nunca crecen al desamor Aunque crezca el cuerpo pequeño Y nos endurezca en la vida el dolor Porque son pedazo de un tiempo bello Cuando adultos y cansados Pensamos en si alguna vez De verdad fuimos amados Como nosotros amamos en la niñez.

Tres preguntas y una oferta

¿Quién está más solo en la profundidad de esta noche...ella o yo?. ¿Cuándo algo en ella es dolor...en mí es preocupación? ¿Por qué aun pienso en quién ya no me piensa...? Un millón le doy a quién le cante una canción.

La artesa

C onocí a la mujer en el pequeño mar de su artesa. La vi lavar y volver a enjuagar los retazos de su vida con sus manos marineras y vi sus cansancio naufragar en la lavaza . Acariciaba el oberol manchado de su viejo como intentando con la mugre, también sacarle los años de cansancio a su amado compañero. La escuché cantar y cantaba y lavaba sin rencores: El vestido de su niña lo estrujo con dulzura para que no se marchitaran las flores que ella misma le estampó un día. Pensaba en su comadre y en si tendría un pan para darle a sus hijos y sonrió al recordar que su compadre hace poco que había encontrado pega y de seguro las carencias pesarían ahora menos, entonces tropezaron sus dedos con el pantalón corto de de su niño y pensó en cómo había crecido su chiquillo...parecía ayer cuando en su regazo lo tuvo tibiecito . ¿Qué le esperaría pal mañana a sus dos crias ...?. Se arrumbaba la ropa propia y la ajena en los tarros y había que tenderla; el sol se marcha demasiado pronto en l

Chico Buarque en Español

La primera vez que escuché el cassette, sentí el inevitable viaje hacia las calles de la latinoamérica de siempre. La de los detalles en cada esquina, la de las santas prostitutas de pueblo, la de la explotación del cuerpo y del espíritu. Sentía desde antes aquella unión inexplicable con la música brasileña. Me sentía envelesado por el color en las voces, el mestizaje de la música y la poesía que siendo carnavalesca, sigue siendo poesía latinoaméricana. Oir Chico Buarque; Canciones en Español fue como leer a César Vallejo, como observar los murales de Siqueiro y Orozco. Bellas historias de un muy bello continente que aunque triste, sabe todavía como volver canto las penas. No dudaría un segundo en citar este album como un imperdible para irreflexivos de todo tiempo; ya sea por sus entrañables historias, por sus arrolladores arreglos musicales o por el solo placer de escuchar una voz distinta. Una voz que construye en el momento en que trova o susurra. Para comenzar a es

La hermosa costumbre de escribir

No voy a intentar siquiera enseñarles a escribir. Escribir es una necesidad que ustedes solos descubrirán como se descubre un día que podemos decir las palabras, ustedes descubrirán que pueden escribir también todo aquello que sienten. Escribir es como sentir en las hojas, es la esquela que termina por ser una noble amiga dispuesta siempre a contener nuestras emociones. Deben creer en ustedes mismos como creerían en el mejor de los escritores, sentir con humildad y honradez, intentar con cada escrito reflejar el secreto mundo al cual quieren invitar a sus lectores. Nadie sabrá jamás lo que ustedes no quieran contar; pero también es importante saber que tampoco nadie entenderá lo que ustedes no sepan contar. es verdad, no pretendemos crear obras de arte, pero es muy importante entender que cada línea que ustedes escriban debe decir y sobre todo decirles algo a ustedes. No escriban para darle en el gusto a los demás, escriban para ustedes mismos, para poner contento a su propio coraz

Ser o no ser; según convenga

Algunos aprenden a no mostrar jamás su verdadera cara. A sonreírle a todos y a no quemar jamás su buen nombre. A no indignarse por la desigualdad y el dolor ajeno porque lo primero en la vida siempre son ellos mismos. Algunos hablan de amor a Jesús pero no han aprendido nunca como se hace para que vengan los niños. Algunas encabezan campañas de solidaridad pero de sus bolsillos nunca sacan nada. Algunos tienen poder y otros simplemente lo ambicionan. Algunas se hacen las damas cuando no son más que viejas resentidas. Algunos se dejan pisar por el jefe y llegan pisando la fragilidad de sus hijos y sus mujeres ebrios de la impotencia que otorga el ser cobardes. Pocos son lo que quieren ser, es una falta de respeto ser uno mismo entre tantos que ni siquiera tienen un solo rostro. Es una muestra de mala educación ser feliz entre amargados y hablarles de libertad a los que llevan yugos impuestos por la fe o la ideología. Algunos hablan de superar la po

Nosferatu el Vampiro (1922)

L o reconozco, la primera vez que vi la película no la valoré como se debía, y es que esperaba demasiado de esta joya del cine. Encontré mucho de su desarrollo más bien jocoso. Reconocía eso sí, desde un comienzo, la tremenda capacidad de   Max Schreck   (el conde Orlock) para intimidar con su sola presencia. La imagen e interpretación de este conde sustentaba toda mi fascinación ante este filme de 1922 que como comenté anteriormente, puede que nos cause más risa que temor la primera vez que nos adentremos en las penumbras de su castillo. Afortunadamente me di a la tarea de volver a verlo hace muy poco (precisamente para escribir esta entrada) y descubrí algunos detalles valiosísimos por decir lo menos. Nosferatu, el vampiro   es una adaptación de la novela   Drácula   de  Bram Stoker   llevada al celuloide con maestría por el alemán   F.W. Murnau . Por problemas legales la película no pudo llamarse como el libro, pero con el paso del tiempo y a pesar de que debía ser des

Tener miedo (II)

M i entrada del 08 de julio no es una defensa de los delincuentes de baja monta. Más bien es un llamado de atención para aquellos que se dejan amedrentar o dividir, lo que es un retraso en el proceso de humanización que necesitamos todos. Conocí a algunos delincuentes hace varios años atrás , y si bien es cierto, los parias de ayer son distintos a los de hoy, la única diferencia radica en que hoy todos tenemos un más cómodo acceso a nuestras dosis de enajenación. Hoy si los niños que abandonados en las calles quieren beber, tienen menos dificultades para obtener el veneno que va a matarles la infancia, si quieren conseguir tolueno o bencina, sin mediar derechos ni respeto al niño, se les vende. Pero hoy en día cuántos son los que quieren olvidar lo poquita cosa que son laborando día tras día sin levantarle la voz ni tan siquiera una vez al desgraciado patrón, también por miedo ; miedo a perder el miserable sueldo tan necesario para pensar en alimentarse y en pagar las d

Gabriela Mistral

Cuántas veces me he indignado ante los estridentes versos de algunos que se proclaman poetas y publican pomposamente la cal de sus sentimientos. Cuántas veces me he entristecido pensando en aquellos que ofrecieron puerta a puerta la sangre misma de sus horas de insomnio y que vivieron para el arte y fueron despreciados por ser libres. Pero también me he indignado con el carnaval que montan los impotentes de luz y poesía cantando alabanzas a los cachalotes sagrados de las academias. Pero no vine a este mundo para rivalizar con la poesía, sino todo lo contrario. Me he reconocido en ella con sincera vergüenza cuando refleja mis debilidades, con secreta emoción si canta al momento compartido en las aguas del tiempo y con humildad ante la obra de una mujer tantas veces vilipendiada. Son los mundos de Gabriela Mistral una geografía del alma, remota y oculta por la soberbia envidia de los que aún no soportan la idea de una mujer pensando. Nos han condenado a su imagen gris y a su

Credo

Creo en los niños que vivirán mañana cuando la vida toda sea un ejercicio profundamente humano y la muerte solo el fin de nuestros pasos. Creo en los hombres que sueñan y en los hombres que trabajan; en el maestro y en su aprendiz. Creo en el anciano que aconseja y en el ignorante que sabe escuchar; porque quien escucha es sabio en vida y en amores y no precisa entender los misterios de la fe ni las cuadradas formulas con que todo lo explica la ciencia. Creo en el instinto de una madre y en la generosidad de la naturaleza que a pesar de que se le maltrata, sus riquezas de miel, sal y vegetales todavía nos quiere entregar. Creo en la maravilla de las cosas que el hombre ha creado para bienestar de la humanidad sin reparar en las diferencias de credos, razas o clases. Porque lo que es necesario a un hombre, será necesario para otros. Creo en un Estado que algun día construya con equidad el calor de un hogar y el derecho a comer y a respirar que tenemos débiles y poderosos por igual. Creo

The Kid (1921)

N o es la primera película que vi del cine mudo (ya había pasado memorables horas viendo a Buster Keaton ), sin embargo es la que más veces he compartido y también con la que he visto a más gente disfrutar. Para que puedan comprender mejor esto que escribo, les contaré que a mi me encanta invitar a las personas a ver películas y en este acto que me hace tan feliz, hay una película que ha sido bien valorada tanto por niños (funciones en una escuela rural) como por adultos y esa película precisamente es El Chico . Chaplin es considerado uno de los genios de la historia del cine y bastaría tan solo con haber visto esta cinta (o dvd en el sentido actual de la palabra) para entender tal reconocimiento. La película nos emociona y nos hace reír de buena gana, les demuestra a los más jóvenes que el cine antiguo y sobre todo el cine mudo no tiene por que ser necesariamente aburrido. El Chico no solo es un llamado de atención para los que creen que el cine en blanco y negro es parte del p

Tener miedo

Q ue bien han hecho su trabajo los que tienen el monopolio de las palabras, de las imágenes y el insano habito de sembrar el miedo entre los que tienen poco y trabajan mucho. Los medios de comunicación que nos dicen todos los días acerca de porque debemos desconfiar y tenerle miedo a nuestro vecino. Temerle al niñito que nació con la misma necesidad de cariño con que nacieron nuestros hijos. Lastima que la televisión o los diarios no nos hablan de reflexionar, nos hablan de tener MIEDO, es el fin de los tiempos. Antes, los que tenían dinero solo temían a que los que no lo tenían consiguieran por algún azar del destino una educación que les permitiera ser gente y pensar...eso que tan mal hacen los que poco tienen, y es que no es carencia de sentimientos o de anhelos de lo que sufren aquellos a quienes nos enseñan desde hace algún tiempo a temer. A esos, a los parias que el sistema engendra y abandona como hijos deformes, también le hacen falta afectos como a cualquier hijo de vecino.

Los Uniformes

                                                  Odio los uniforme                                                   porque marchan vacíos                                                   de voz y sentimientos                                                   y toda carencia                                                   a mí me incomoda.                                                   Me fastidian                                                   porque se quedan callados                                                   ante las voces mayores                                                   cuando éstas gritan insolentes                                                   a la mujer que de rodillas                                                   pregunta por su hijo desaparecido.                                                   Parece que la gorra                                                   les arrancó los pensamientos.