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Mostrando entradas de septiembre, 2012

Dos en una esquina

1                                                                              Él esta parado justo en aquella esquina                                       Aquella donde el semáforo nos recuerda                                       Que el tiempo nos falta y que las esperas                                       Ni ahora ni nunca se nos dieron bien                                       Él está allí en la distante orilla                                       Practicando una y otra vez aquel numerito                                       De variedades que de tanto verlo y verlo                                       Se nos ha vuelto tan rutina como la luz roja                                       Esa que nos detiene la que nos enfrenta                                       A la fuerza con ese soñador que de verdad                                       Piensa que alguna mañana, alguna tarde                                       O alguna noche brindará el ac

Golos

L os vi primero en la parada de buses, el de poleron plomo zapatillas naranjas estaba solo; el liceano rodeado por su grupo. Abordamos el bus y como es propio de un antisocial que se precie de tal, nos sentamos todos en los últimos asientos. El liceano no se sentó, se apoyo en la puerta de bajada y desde la escalera continuó con su retórica sobre el arte de los golos a la cual sus compañeros atendían como se atiende solo a lo que tiene algún sentido para esta generación. El del poleron plomo y las zapatillas naranjas los miraba desde uno de los asientos, él no hablaba y sin embargo también llevaba golos. Los liceanos en medio de su conversación dedicaban de tanto en tanto breves miradas al desconocido. _ ¿Cómo te veriai desafiándolo a él en un duelo...? lanzó al aire y como talla uno de los a esa altura declarados fans del liceano. El aludido bajo de la nube triunfal en donde su séquito de admiradores le habían situado y ceremonioso observó los instrumentos del de poleron y zapatil

Patriotismo de paso

E n los noticiarios vi a algunos turistas que de paso por estos suelos se encontraron de lleno con las celebraciones de los 202 años de independencia. Estaban por cierto fascinados ante la devoción que aparentemente aquí sentimos por nuestro país; es increíble que celebren cinco días, que coman, bailen y beban con tales expresiones de alegría. En nuestros países tan solo celebramos el día y no somos tan felices como ustedes lo son aquí ; alguno al periodista de turno le decía. Lo cierto es que aquí el patriotismo es bien ambiguo y creo que en gran parte de nuestro continente lo es. En nuestros países vivimos cotidianamente mirando al suelo, masticando un resentimiento que a pesar de los economistas podemos comprender por el hecho de que las cifras de crecimiento poco o nada tienen que ver con las mejores condiciones de vida. En estas tierras con más o menos crecimiento económico se siguen multiplicando las desigualdades y a pesar o debido a eso; celebramos. Estas son fechas

Dos novelas para la memoria

E n días en que aquella inútil  ralea de demagogos sigue discutiendo acerca de que si se disminuyó o no se disminuyó la pobreza, en que el sol seca un poco el barro de aquellas calles por donde no transitan autos y las flores se asoman traviesas entre los viejos rieles de madera de una estación de trenes ya en desuso; ocurre que quiero hacerles parte de dos de las obras mejor logradas acerca de aquello que no miden las estadísticas cuando miden la pobreza. Hablar o escribir sobre dos obras maestras de la literatura nuestra. Porque los pobres del norte, el centro y el sur no se diferencian en nada. La sangre y la esperanza (Nicomedes Guzmán;1943) Es la limpia mirada de aquel que recuerda que fue un niño (Enrique) que no reparaba en su pobreza y que nos describe su cotidiana vida. Las calles que transita, las conversaciones de sus adultos y el devenir de una clase trabajadora atrapada en una permanente historia de carencias e intentos por ser vistos.No es un libro de denuncia social y