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Mostrando entradas de mayo, 2021

En momentos de crisis

  E n momentos de crisis es posible contemplar lo mejor y lo peor del ser humano. Cuando las crisis son pasajeras, los actos se diluyen ahogados por lo cotidiano, lo superficial del día a día en que no resentimos la falta de luz que solemos atribuirles a los momentos de eso que llamamos normalidad. Cuando hay crisis, la que sea: económica, social o de salud, por nombrar algunas de las recientes, tememos a sucumbir, a no ser capaces de sobrellevar las duras embestidas de lo que sea que esté pasando.     He visto personas exigiendo ser respetadas más por lo que significa el trabajo que hacen que por ser personas; personas a las que se supone ya no les debiésemos tener ningún tipo de respeto por el solo hecho de formar parte de los estamentos duramente cuestionados tras la severa crisis de lo establecido mostrando que más que grises funcionarios, son más personas que aquellos que atropellan e insultan en nombre de los derechos de las personas. Este es un mundo raro; siempre lo ha sido y e

The Best of Sam Cooke

E n el contexto de las muchas películas que de un tiempo a esta parte viene produciendo la industria del entretenimiento norteamericano con la loable intención de visualizar la histórica situación a la que han estado obligados los afroamericanos y de paso facturar dinero gracias a lo que hasta hace poco interesaba a tan pocos y a la luz de los últimos sucesos mundiales (en buena hora) ahora es discurso que vende y convence, aunque no siempre. La película Una noche en Miami puede ser enmarcada en esta tendencia que a en los últimos años ha establecido una conversación más que necesaria en una sociedad que se ve a si misma como humana. Pero no es de la película de la que voy a escribir en esta entrada. Más bien quiero escribir de uno de los personajes retratados en este drama que busca contarnos el como una noche del verano de 1964, uno de los más importantes triunfos en el ring de Muhammad Ali  (Eli Goree) se presta de manera perfecta para visualizar la problemática de ser exitosos en u

Adagio en mi país

Delicatessen (1991)

  I maginen lo que será un edificio en una Francia postapocalíptica en un año que puede ser 1950 como puede ser en otro año no definido del todo. Tengan la certeza de que en aquel edificio ruinoso, por cierto, vive una ralea de inquilinos como mínimo curiosos. Un carnicero que es a la vez casero, líder y asesino validado por el resto de los vecino, porque de no ser por él, vaya a saber qué es lo que comerían, una vecina que hará lo imposible durante gran parte de la película por suicidarse, un vecino que siente que es un sapo y vive rodeado de sapos y caracoles, un matrimonio muy pobre que debe convivir con una adorable ancianita y dos niños muy traviesos a la vez que curiosos. A este panorama súmenle que los animales están casi extintos y la carne que se vende en la carnicería es la de cualquier pobre incauto que ande por las escaleras del edificio ya bien caída la noche. Una noble mujer (hija del carnicero) que no comparte en modo alguno los métodos de su padre, un payaso sin empleo