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Mostrando entradas de mayo, 2013

Algo

S abes...hace mucho que no sé de ti. ¿Leerás todavía este blog...? ¿Te preguntarás que será de mí...? Yo hace mucho que no tengo tiempo para cosas realmente importantes; sin embargo me acuerdo de ti y de esa canción que a razón de nada me dijiste que te gustaba. Ojala estés muy bien y ojalá no tomes a mal que haya decidido compartir con otros como tú o como yo aquella canción. Después de todo siempre habrá quienes no precisen más que un amor para continuar viviendo.

Cierta historia de amor

S e acercó a la orilla; miró los rieles del metro, no había mucho que pensar; la decisión ya estaba tomada. La gente amontonada, traspirando y de mal humor como todos los días; él sintiéndose solo como nunca. El carro venía con cierto retraso; levantó la vista (qué más podía hacer mientras esperaba) Entonces la vio a ella; estaba parada en la orilla del andén contrario, también miraba los rieles. De pronto ella levanto la vista y sus ojos tristes se enredaron en los apagados ojos de él. Ambos carros llegaron al mismo tiempo y cuando partieron; ellos todavía estaban allí.   

El Libro De Los Abrazos

E duardo Galeano ha escrito muchos libros, la mayoría bellísimos, pero hay uno que nunca me canso de leer; El libro de los abrazos ...aquel que en efecto contiene en cada breve historia la sensación de un abrazo que nos consuela, nos alerta y nos hace ser mejores personas. El libro que combina acertadamente dibujos y textos del autor como gran parte de su obras no es poesía, ni narrativa, ni novela, sino que es todo eso y más; no debe ni puede ser clasificado, son nada menos que pedazos de vida de esos que al autor uruguayo le encanta compartir. Sin duda que éste debió haber sido el primer libro que comentará de Galeano, y sin embargo del primero que escribí fue del que menos importancia puede ser que tenga en su extensa producción ( El fútbol a sol y sombra ) Confieso que guardo mucho más que una deuda con los libros de este autor y aunque seguro tampoco hoy escribo acerca del más conocido ( Las venas abiertas de América Latina ) me doy el gusto de escribir del que más me ha acomp

Las cosas como están

L a misma historia contada tantas veces. Existe el derecho a manifestarse y existe el deber de reprimir. Manifestarse en la medida que no cambien mucho las cosas, reprimir incluso cuando quienes marchan lo hacen en paz. Lo vi tantas veces, lo vi hasta que me cansé. Sentí la emoción de ver las calles inundadas de colores, de cantos y banderas; viví la inexplicable felicidad del que ya no se da cuenta de que no estaba tan equivocado. Me enternecí con los abuelos y los niños que más bellos que cualquiera manifestaban más allá de los carteles y las palabras. Vi a los represores agazapados en las esquinas; con el miedo dibujado en los ojos, ignorantes de todo y obedientes de también del miedo de otros represores mayores que no corrieron nunca ningún riesgo. Recordaré siempre como lanzaban agua inmunda a las mujeres y los niños desde sus torpes elefantes mecánicos, como desgarraban el aire que los hombres respiraban con gases que de puro insolentes no discriminaban a culpables de