S e puede escribir, sin temor de equivocarse, que Horacio Quiroga es lo más cercano que ha tenido nuestra literatura sudamericana en cuanto a lo inquietante de sus relatos a ese maestro tantas veces imitado y pocas veces igualado que es Edgar Allan Poe . Puede ser que no pocos vean en el primero apenas una copia del segundo; lo que ha todas luces es injusto de plantear pues Quiroga no solo escribió cuentos de terror. Sin embargo Cuentos de amor, locura y muerte es el compendio de sus relatos más recordados, puede ser que el lector de estos relatos haya leído otros conjuntos de cuentos del mismo autor pero ninguno que le cause el perturbador efecto la lectura de estos quince produce a lo largo del tiempo. Una estación de amor y La meningitis y su sombra en la cima de los cuentos de amor; El solitario y La gallina degollada , entre los de locura, mientras que El almohadón de plumas y La miel silvestre lo son en los de muerte. En estos relatos los animales razonan y los s