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Mostrando entradas de noviembre, 2014

Sin querer queriendo

P or allá, a comienzos de los años ochenta lo vi, como muchos de nosotros lo vimos en el televisor; cuando los televisores eran en blanco y negro. Como a muchos me llamó la atención que personas adultas se vistieran como niños pero me reí y así, cada vez que veía alguna ocurrencia de este grupo de personas me reía y me sigo riendo. El alma del programa, al igual como pasaba con las películas de Chaplin y de Cantinflas era el que en escena se nos presentaba como el más pobre; aquel hombre-niño que en tantas partes del mundo solo conoceríamos como El Chavo . Roberto Gómez Bolaño era un guionista mejicano que al comienzo escribía para otros cómicos y que tarde o temprano llegaría a brillar con luz propia; no por nada quienes le conocían le decían que era un pequeño Shakespeare. Él castellanizó el apodo transformándolo en Chespirito una marca de fabrica que nos dotó de muchos personajes entrañables (todos con nombres comenzados con Ch) y el artista tras el seudónimo seguro se emocion

El séptimo sello (1957)

N o recordaba claramente porque me había gustado tanto esta película; entonces la volví a ver y recordé. Recordé que la muerte es un tema recurrente en las lecturas y las películas que llaman la atención de la humanidad desde que el arte es arte. Recordé que al igual que varios de los personajes de esta película, no puedo tolerar la vida sin hacerme  preguntas y que no importa cuanto mal exista a nuestro alrededor, aún en los peores momentos puede aflorar ese poco de bondad que habita en las personas. Ingmar Bergman es por lejos el director sueco más conocido de la historia del cine. Honor bastante merecido, y El séptimo sello puede ser considerado su primer gran éxito. La historia de un caballero cruzado ( Max Von Sydow ) que vuelve junto a su escudero tras haber participado de las cruzadas a su castillo. Su fe ya no le resulta nada clara; más aun, se encuentra que en su pueblo la peste negra está causando estragos.  Que a penas comenzar la película se encuentre con la muerte

Al césar lo que es del césar

P rimero fueron los culpables de siempre los que amarraron las maquinas surtidoras del dinero y las arrancaron de cuajo; no resultaba de todos modos ser un gran negocio así que volvieron a lo que daba más dinero...los asaltos. Pero el miedo a perder el dinero ya estaba anidado; en aquellos que creen que lo tienen y sobre todo en aquellos que siempre lo han tenido. Seguramente se reunieron a comer una noche cualquiera y decidieron aprovechar la situación. Los que creen que tienen el dinero de una u otra forma siempre se lo entregaban a ellos; desde hace cientos de años eran ellos los que los guardaban en gigantes bóvedas. Tan solo les bastaba entregarles cartones o plásticos a las hordas de crédulos para que  pensaran que el dinero que ganaban a cambio de las aniquilantes horas de trabajo les pertenecía. Segundo fue darse cuenta que bastaba con no poner dinero en las maquinas surtidoras, colocar carteles pidiendo disculpas quizás, esperar que la masa culpara a los antisociales (algo

En un momento precedente

M iraba con pena Pilar me lo dijo Sentía la boca amarga Y no sabía decir las palabras No pretendía ser triste Pero mi pena era lo que yo Entonces era Nada dulce a penas silencio Sin vivir me moría No dormía tranquilo  Ni querer Sabía todavía Entonces se me acabo el tiempo.                                                                                           Nueva Tristología (1995)