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Mostrando entradas de diciembre, 2021

Cuarta conciencia

  * L as personas se empeñan demasiado en conmemorar muchas fiestas que dan sentido a sus vidas y le acercan a aquella alegría que toda persona, que se precie de ser normal, debiese buscar. Los cumpleaños y la navidad son los más altos ejemplos de esto que nombro; sin embargo, no todas las personas logran encontrar recuerdos lindos que atesorar cuando llega el momento de conmemorar estas fechas. He llegado a la conclusión de que más allá de lo que se tiene o no se tiene en materia de recursos materiales, son los adultos los encargados de justificar, velar y hasta ingeniárselas para que cada vez más personas tengan hermosos recuerdos de estas celebraciones. Muchos recordamos todavía estas fechas con tristeza y no importando los años que hayan pasado, es algo que hasta que no se tienen hijos, es muy difícil de superar. ** N avidad es una fiesta cristiana, lo que le hace extensiva a la mayor parte de nuestra cultura occidental. Tiempo de amor y de paz, pero también tiempo

Créeme (Vicente Feliú)

 

Cien niños esperando un tren

F ue una nota en un diario la que trajo de vuelta un caudal de sensaciones que, confundidas con tantas que me dan sustento, había creído, pertenecían a la película Cinema Paradiso de Giuseppe Tornatore...pero no, eran de fines de los años ochenta que fue la primera vez que vi este documental de Ignacio Agüero , que resultó que a mediados de los años noventas del siglo pasado (qué divertido es escribir del pasado reciente como si fuera un pasado distante, esto le sucede, al parecer, a la mayoría de las personas que recuerdan la pobreza a la que nos podemos asomar en las entrañables imágenes como a un sueño con un país diferente que sin embargo, no siempre es) vivía muy cerca de la casa de mi mamá. Podría aquí quedarme atrapado en el cine del director de este documental que es bello, poético y contingente como la gran mayoría de su obra, contar que no pocas veces pensé decir aló en la entrada de su puerta para decirle que lo admiraba (y lo admiro) y no lo hice como nunca le dije que admi

La Guardiana

  H ay una perrita muy vieja. Una perrita que es blanca, silenciosa y sumisa. Los niños la adoran y ella, como si realmente entendiera, se deja tirar las orejas y la cola sin ladrar siquiera. Camina como si estuviese cansada todo el tiempo, lo mira todo con ojos vidriosos. Dicen que ha estado aquí hace muchos años; nadie sabe con certeza cuántos, incluso a quienes se atreven a decir que estaba antes de que la primera persona llegara. No necesita moverse, ni ladrar; le basta con estar y mirar a las personas para contarles algo; contar un misterio incluso más lejano que las palabras. He pasado horas intentando entender aquello que reside en aquellos ojos gastados, horas esperando verla hacer algo, para confirmar cada vez que ella está allí para que uno se encuentre consigo mismo, con lo que le da miedo igual que con lo que le otorga el coraje. Los niños y las niñas, como dije antes la adoran, los viejos la reconocen como a una igual, pasan las tardes junto a ella aparentemente