E n el podio de los Parras, después de la Violetita a quien no ha nacido todavía ninguno que la haga sombra, el segundo lugar se lo doy muy convencido a Roberto que vivió la mayor parte de su vida apocado ante la fama de sus hermanos mayores. A fines de los ochenta le decía a todos, orgulloso de la sangre que le corría en las venas, que era hermano de Violeta y de Nicanor a cualquiera que le comprara una guitarra. Eso hasta que Andrés Pérez se decidió a montar su obra La negra Ester, hasta que el grupo Los Tres grabo algunas de las cuecas del Tío Roberto que estaban sonando en el alma de tantos de nosotros desde que las había grabado el mismísimo Roberto Parra acompañado por su sobrino Ángel Parra. Pero resulta que no sólo cuecas tenía grabadas este muchacho que le hacía a todo (lo mismo levantaba una casa que inventaba el jazz huachaca) había un talento ahí, natural de la familia, para que vamos a andar con cuestiones. El talento de Roberto Parra fue siempre un patrimonio de quienes