Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de julio, 2010

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda a un reloj

P iensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan —no lo saben, lo terrible es que no lo saben—, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es

La informada desinformación

D e un tiempo a esta parte, aquellos que sufrimos de la angustiante necesidad de saber, hemos gozado de una inusual fiesta. Nunca antes hubo tanta información al alcance de nuestros ávidos ojos y acuciosos oídos. Como nunca abundan los libros, los documentales, los canales de cable, las páginas de Internet, los reportajes en los periódicos, las conversaciones bien encausadas. Pero tanta información paradójicamente nos amenaza con condenarnos a no saber nada en profundidad. Se puede ver a muchas personas en el transporte público leyendo (libros de moda mayoritariamente), oír las estaciones de radio que buscan por medio de la interacción con sus auditores entablar tribunas donde todos puedan decir lo que piensan, la televisión más que nunca utiliza sus espacios para hablar de lo que hacen otros; millones de personas están preocupados de postear todo aquello que hacen o dejan de hacer como si los demás no tuviesen cosas más importantes que saber. Las estadísticas cumplen co

Ennio Morricone The Platinum Collection

J unto a John Williams, Ennio Morricone es autor de algunas de las melodías más recordadas del cine de los últimos cincuenta años. Podríamos agregar además que son dos estilos bien adversos; mientras el primero es y será siempre recordado por la música de grandes éxitos de taquilla como las sagas de Star Wars ó de Indiana Jones, Morricone tiene más bien relación con obras más clásicas de la historia reciente del cine. Discos con compilaciones de sus más famosas melodías hay varios, sin embargo el que nos ocupa en esta entrada tiene algunas características dignas de resaltar. La primera, sin duda radica en la cantidad.  Esta compilación está ordenada en tres discos con veinte composiciones cada uno. La segunda, el precio, cuesta lo que costarían dos discos con bastantes menos composiciones y si bien es cierto es muy difícil cuantificar el valor artístico de cada una de las piezas compuestas por este genio italiano, es un dato no menor al considerarla como tercera razón por la cual

Tiempos Modernos (1936)

S erá que siempre existe un precio ha pagar cuando un artista toma partido o que la risa efectivamente es el remedio infalible contra los peores males de la humanidad. Tiempos Modernos a mi parecer significó para Charles Chaplin asumir algunos riesgos que lo marcarían de por vida. El primero, hacer una película muda cuando al menos ya hacía casi 10 años que ya existía el cine sonoro, la segunda, hacer que su entrañable vagabundo Charlot se viese afectado por la histórica e innegable lucha de clases.Será como es entendible la última película en que el genial artista se valga de su inocente personaje. Es un justo precio ha pagar por la perdida de una inocencia que de todos modos no se podía seguir sosteniendo. Esta obra de arte levantó las inevitables sospechas de la paranoica censura que ve enemigos en todas partes. Chaplin se las arregla para dar su mensaje con poesía más que con panfletos. Es memorable la secuencia de la marcha de protesta encabezada accidentalmente por Charlot o aq