A ntes de empezar un nuevo día; se debe pensar acerca de cómo terminamos el anterior. Felicitarse por los aciertos, pero también reconocer los errores. Buscar en los rincones todo aquello que no nos dejaron o no quisimos ver. Recordar todo cuánto nos estremeció, prohibirnos el olvido y el rencor. Proponernos contribuir a que para otros también este nuevo día sea mejor. Tener al menos la intención de aprender de los errores, comprender que el horror no solo está instalado en otras tierras, ser capaces de reconocer la semilla o la raíz de males que nos parecen ajenos, pero que ya están creciendo bajo nuestros aislados suelos. Atreverse a querer más a las personas y menos a las cosas. Proponerse que al despertar seremos capaces de agradecer por todo cuanto tenemos y dejar de pensar en todo aquello que creemos que nos falta. Estar dispuestos a hacer sacrificios que den algo de paz, alimento o felicidad a aquellos que no tienen aquello que los esperanzados todavía insisten en llamar b