A ntes escribí que Mario Benedetti me parece mejor poeta que cuentista; esta aseveración es antojadiza ya que este entrañable y bonachón hombre que podemos ver en las fotos es uno de mis poetas favoritos no obstante, siendo bastante sincero, debo reconocer que volver a leer Despistes y franquezas me parece un ejercicio fresco como gratificante entre tanta literatura que busca ser pretexto para una saga o afán de lucro basado en la irrefrenable necesidad de no pocos lectores de conocer las bajezas humanas. La obra de este imprescindible latinoamericano (estoy seguro que a él no le importaría que le reconozca como ciudadano ilustre de nuestra patria grande en desmedro de su pueblo chico que es Uruguay) es sencilla a la vez que precisa, los relatos y poemas incluidos en este intento de agradecer a los fieles lectores son también precisos señuelos para captar lectores distraídos, ciudadanos apremiados por el tiempo que seguro no repararan en las más de doscientas páginas del libro