A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota. No debemos permitir que alguien se aleje de nuestra presencia sin sentirse mejor y más feliz. Para hacer que una lámpara esté siempre encendida, no debemos de dejar de ponerle aceite. Lo que importa es cuanto amor ponemos en el trabajo que realizamos. El que no vive para servir, no sirve para vivir. El amor no puede permanecer en sí mismo. No tiene sentido. El amor tiene que ponerse en acción. Esa actividad nos llevará al servicio. No podemos hacer grandes cosas, pero sí cosas pequeñas con un gran amor. Las críticas no son otra cosa que orgullo disimulado. Un alma sincera para consigo misma nunca se rebajará a la crítica. La crítica es el cáncer del corazón. El mayor mal es la falta de amor y caridad, la terrible indiferencia hacia nuestro vecino que vive al lado de la calle, asaltado por la explotación, corrupción, pobreza y enfermedad.