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Mostrando entradas de agosto, 2022

Los inevitables encuentros (II)

E sta es la breve historia de esos hombres y esas mujeres. La historia de aquellas tribus que crecen anhelando aquel paraíso en la tierra que llamamos civilización. Si hay paraísos, entonces también ha de haber infiernos; durante miles de años el infierno fueron los otros; todo aquello que es distinto y de lo que se alimentan nuestros miedos. Los miedos en todas partes se parecen, también se parecen las alegrías y sin embargo hombres, mujeres, tribus y civilizaciones tardan tanto en realmente comprenderlo. Los que tienen mucho se parecen, se buscan para hacer trueques y así poder tener más. Deciden por aquellos que no quieren decidir porque siempre ha sido más fácil hacer aquello que hacen los otros. Es inevitable que quienes tienen las riquezas materiales sean quienes deciden lo que se debe recordar, que quienes venden ilusiones busquen el beneplácito de aquellos que precisan aquellas ilusiones para eternizar su nombre en el poder. Pero si se puede evitar que aquellos que creen y

Los inevitables encuentros (I)

O curre que finalmente ningún suelo podrá permanecer libre de influencias venidas de afuera. Los que vienen dejan cosas y a su vez cosas se llevan. Las aguas se mezclan, las semillas pueden brotar en suelos distintos y los que por naturaleza no son belicosos; frente a la imaginaria amenaza de aquellos a quienes todavía no conocen, han de aprender a pelear. Las palabras se funden y se confunden, acercan o alejan manipuladas por aquellos que aseguran que las diferencias se hayan en la tez de la piel, en lo que se cree o se deja de creer. El lenguaje crea realidades, y esas realidades no hacen más que retrasar los inevitables encuentros. Quienes trabajan la tierra se parecen, quienes mueven las ruedas que permiten el avance de las civilizaciones sobre lo que queda esparcido del pasado, también se parecen. Todo aquel que piense y que respire necesita expresar y ser escuchado; permanecer de alguna forma, necesitar a alguien o algo y ser necesitado. Cantamos y te

El camino

M e alejé de ti, no por falta de cariño, sino buscando algo que en la apacigüedad de tus besos yo no hallaba. Me fui camino inseguro buscando el olvido teniendo la certeza de tu abrazo. Me descuide, no lo niego y fui apretando ortigas donde tu amor cristiano me daba espigas. Me moldeaste la ternura y con paciencia esperaste el brotar de un te quiero de mi estrecha boca; sin embargo, me fui de ti a un rumbo distante de tu cariño y me hice piedra de pura inseguridad y falta de paciencia para demostrarte mi cariño…y tuve miedo, tanto miedo de perderte. Pero vino el camino exigiendo ser recorrido y yo me mostré cobarde, sin hacer nada para protegerte de mi frío actuar con respecto a ti; me valí de tu paciencia y ese modo tan dulce que tú tienes de comprender mis cosas, para seguir rumbo distante buscando excusas para no amarte…me arrimé al calor de antiguos afectos; abrigada mi espalda con el húmedo poncho que es la noche, entonces me acordé de la tibieza de tu pecho, del umbr

Adamo canta en español

L o del romanticismo ciertamente que es un mote incomodo. Puede ser que el paso de los años nos otorgue la resiliencia necesaria para reconocerlo aunque haya sido una evidente característica nuestra desde la juventud. Más acorde con los años de juventud se entiende aquel romanticismo revolucionario del que no pocas veces vislumbre su mordaz insinuación en las palabras de algunos que habían alcanzado la madurez antes que yo. Pero ¿y ese romanticismo que te hace escuchar una y otra vez lo que dicen las canciones? ese romanticismo que te duele sin haber tenido tú nunca intenciones de sufrir por amor?  Salvatore Adamo le gustaba a mi papá y a mi mamá muchos antes de que naciera yo. Cuando yo era niño me gustaba como cantaba Leonardo Favio. Las canciones que cantaba Adamo me parecían buenas, pero no me decían nada. Muchos años después, algunas de sus canciones han llegado a decirme cosas que mis padres me anticiparon. Encuentro significado a un romanticismo mucho más profundo