Ya lo sé; a la altura de los tiempos en que estamos viviendo, el rostro de Frankenstein nos provoca risa ante cualquier cosa. El propio cine y la televisión se han encargado de ridiculizar una obra que además de interesante, no deja de tener un valor altamente artístico. La película Frankenstein de 1931 del director James Whale basada a su vez en la novela del mismo nombre de Mary Shelley nos expone a la eterna búsqueda del hombre en su afán de asemejarse a un Dios, creando vida por sus propios medios. El nombre comúnmente asociado a la creación pertenece al científico que lo trae a la vida; el doctor Henry (Víctor, en el libro) Frankenstein, quién robando cadáveres de un cementerio comienza un maquiavélico juego que traerá catastróficas consecuencias para él, su creación y para la gente del pueblo en que se realizan los experimentos. En la medida que vamos avanzando en la película, nos planteamos algunas reflexiones acerca de la verdadera naturaleza del mal (reflexiones, que no