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Mostrando entradas de agosto, 2010

Los niños y la guerra

E s un tema que aunque se sabe que existe se toca poco. El derecho a una infancia que se ve trastocado por los interminables conflictos que se plantean entre sus adultos. Los niños y las niñas en medio de la guerra. Una entrada atípica para cerrar este mes dedicado a los niños del mundo, un vinculo a una página mexicana que contiene información para hacernos al menos pensar en el tema. Conversarlo con nuestros niños y educarlos para un mañana mejor. http://www.derechosinfancia.org.mx/Temas/temas_guerra1.htm

Los niños y el trabajo

H ay un artículo que leí en año 2007 y que aún puede ser encontrado en Internet. Daba cuenta de la realidad del trabajo infantil hace tres años atrás; me pregunto: ¿cuánto habrá cambiado esta situación?, ¿habrá mejorado?, ¿habrá empeorado?. Se puede preguntar tanto; lo que no se puede definitivamente es hacer la vista gorda ante una realidad que aunque en algunos países que presumen de desarrollo está todavía muy presente. Bueno, a continuación una transcripción del artículo para que cada uno de quienes lo lea saque sus propias conclusiones. Cuando este trabajo vea la luz, al amanecer de un día cualquiera, millones de niños del mundo habrán despertado, algunos para asistir a la escuela, y otros forzados a ganarse la vida de las maneras más diversas, incluso en trabajos considerados de alta peligrosidad. L a Convención sobre los Derechos del Niño prohíbe que se reclute a menores de 15 años De los casi 218 millones de niños mayores de 5 años de edad que trabajan en el planeta, casi el

Ser niños

E n este momento…en este preciso momento un niño se las arregla para ganarle la diaria batalla a aquella persistente enemiga que es la miseria. La enfrenta resentido, incrédulo ante las bonitas palabras de sus maestros, receloso acerca del futuro y con una carencia enorme de bienes materiales que sabe ajenos por más que los necesite. Otros miles de niños arrastran a sus confundidos padres por los adecuados caminos de la redención ante el imperdonable pecado que constituye el abandono. Administran la culpa sin comprender del todo el por qué sus padres tienen que darles todo lo que ellos no necesitan. Siempre ha sido así, niños que esperan y niños que exigen. La culpa no es de los niños que criados en la cultura del consumo aguardan que el amor se les demuestre por medio de gestos materialmente concretos. No hay diferencia, no es mal que afecte solo a ricos ni algo que hoy sea lejano para los padres. Muchos padres están intentando enmendar el pasado en el presente de sus infante

A todos les pertenecen los muertos

E n realidad, lo único que reúne a todo el pueblo es la muerte de alguien. Cuando alguien muere (casi siempre de manera trágica) todos se hacen presentes. Las chismosas del barrio lloran a los difuntos como si ellas fuesen las propias madres, los ebrios dejaban de beber por un rato, peinaban sus rebeldes greñas y buscaban los harapientos en sus cajones las mejores prendas. La campana de la iglesia llamaba al dolor compartido y por el largo camino de tierra caminaban todos, la mirada baja y el rostro contraído por la desgracia. Muere siempre gente, demasiada gente en el pueblo se muere al decir verdad. Los niños, aquellos son los que más duelen. Duelen porque sus muertes le arrebataban a las calles y los potreros un pedazo grande de aquella escasa alegría que en el pueblo pudiese existir. Las extrañas enfermedades en esos campos inexplicablemente sus galopes detienen. Males extraños, sombras en los ojos y accidentes día tras día. Nada de buena o mala hierba…en el pueblo toda hi