Q uiero llorar a mares se llama un documental sobre su historia, fue alguna vez presentado por televisión pública y hasta ganó un premio de esos que se dan a los que cuentan las historias y no a quienes las viven o las sufren. No quiero por ningún motivo ser resentido en este momento. No ahora que recuerdo a esta señora tan linda que nos ha dejado sin llegar a saber algo tan sencillo, sin poder despedirse como corresponde de aquellos a quienes amó y buscó tanto. Sé muy bien que mujeres como ellas caminaron y caminan por este y otros suelos buscando respuestas que no acierto a comprender, no se les dan. Se les reconoce, se les rinde homenaje pero no se les responde. Recordé otra vez a la señora Sola Sierra y me pregunté acerca de por qué estas partidas me siguen doliendo tanto. Caminé con ambas y muchos otros y otras; me sorprendía la ternura, la falta de odio de la señora Anita; adoraba verla porque me recordaba a mi abuela y porque nunca la vi permitirse el odio. Intento i