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Mostrando entradas de abril, 2021

La loba

                                 En un bosque y en invierno                                c onocí yo a la loba…                                 Sus heridas se lamían                                c on una áspera lengua caoba                                   Sangraba mucho y con razón                                e so ni siquiera hoy lo niego                                 Pero el sabor de su sangre                                n o lograba darle paz ni sosiego                                   Lavaba su rostro de un tono muy pálido                                r eflejada de vez en cuando en la luna                                 Abrazaba de noche a dos crías, marcada                                p or la herida que dejó la pérdida de una                                   Sola y en silencio la buscaba                                c ada aniversario entre sus incontables                                nieblas rebelándose a la bruma que trae  

Aula a la deriva

  C ierta vez estuve en una isla: al sur del mundo...muy al sur. En esa isla estaba acompañado por un importante número de personas que en nada se parecían a mi; sin embargo eran personas que me importaban. Me importaban al grado de apartarme de ellas con el único fin de no fastidiarles con mi escaso animo de hablar de cosas sencillas, mi mal humor con respecto a mirar lo que ofrece la televisión o sentarse a reír sin miedo al ridículo. Sin alejarme del todo me alejaba. Me iba a la pieza que se me había destinado a leer la historia de un muchacho de educación básica que una mañana cualquiera había partido rumbo a su escuela tras haber discutido con su madre. Aquel día, en el primer tomo del libro que leía, algo así como un terremoto transportó al futuro la escuela con maestros, auxiliares y estudiantes a un futuro de aquellos distópicos tan propios de no poca literatura. El hecho es que los seis tomos digitalizados en una tablet pertenecen al manga  Aula a la deriva  escrito y dibujado

Lucha libre (III y IV)

 III E l estadio estaba repleto, la algarabía del público era cosa difícil de silenciar, las tribunas abarrotadas de manera que los periodistas en evento alguno las habían visto. Fue la salida de los luchadores, debido a la expectación, la que trajo consigo algunos contados segundos de silencio. Miles de ojos se posaron sobre el trabajado cuerpo del Oso Boris que trotaba rumbo a su esquina; la multitud afín al luchador comenzó a gritar su nombre, el retador a nadie quiso mirar, concentrado, decidido como nunca, esperó el momento de su esperada revancha.     Cuando apareció Furia Alegre en la alfombra que llegaba hasta su esquina, su propia multitud grito vuelta loca, emocionada ante el brillo de aquellos grandes y profundos ojos que parecían mirarles de uno en uno. La campeona rió como siempre que los ojos del público o alguna cámara le observaba; se posó como bailando en su esquina y tentó algo así como un saludo para su contendor que ni siquiera le miro; él parecía no tener otra co

Lucha libre (I y II)

I     E l Oso Boris era un viejo luchador ruso; Furia Alegre recién comenzaba a hacerse un nombre en el mediático mundo de la lucha libre. La pelea estaba programada para el medio día de aquel sábado; ni muy temprano ni muy tarde, para que los abonados al canal de pago no tuviesen ningún reparo.     No era normal este tipo de enfrentamientos; lo normal era asumir que Boris, al ser mucho más grande y fuerte, barriera con Furia cuya principal fortaleza era la alegría. Tampoco se había visto antes que a la gran pelea final llegasen un luchador tan experimentado y una niña.     Furia Alegre miraba al Oso Boris convencida de poder vencerlo, el Oso no veía en esta final más que un mero trámite que debía ser realizado si es que quería reclamar una vez más el cinturón de oro que desde hace tantos años nadie había podido arrebatarle.     Cuando la campana sonó el réferi se hizo a un lado; sabido era que este encuentro sería terrible. Furia Alegre haciendo uso de su juventud voló para caer