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Mostrando entradas de julio, 2017

Cuadernillos de Fin de Siglo

E n los últimos años del siglo xx pude conocer algo de ese mundo que tanto le debe a las políticas económicas que instauró la dictadura que por tantos años nos asoló. Trabajé en un centro comercial de la periferia y a pesar o tal vez, gracias a las infinitas distracciones, escribí mi séptimo cuadernillo: Cuadernillos de Fin de Siglo . Pues bien; me pregunté no pocas veces qué era todo eso que estaba presenciando; intenté equipararlo a los mundos y las gentes que había conocido antes; pero no era posible; éste era un mundo nuevo y con él; nuevas gentes que ya nunca más serían llamadas pueblo. La economía bullía, las ciudades crecían, el crédito multiplicaba los panes, las gaseosas y los electrodomésticos; surgían nuevos espacios para la cultura enajenante de siempre y era más fácil que nunca ser quien uno quisiera ser. Las personas que en aquellos años conocí, definitivamente nunca más serían pobres. Los bienes de consumo nunca estuvieron más al alcance de las masas; había en el

Antes que se acabara el siglo

P or precaución y para tener donde caerme muerto estudié en un liceo industrial; me titulé de mecánico y fui por la vida a ganarme el pan de forma definitiva. Hice la práctica y me quedé a trabajar algunos meses con un dos grandes seres humanos, pero el taller era muy chico y los trabajos no daban como para alimentar a tantos, razón por la cual me quedé, otra vez, con mucho tiempo para gastar los zapatos dibujando calles. Sabía que trabajo no me faltaría, además de la mecánica había aprendido ya varias cosas, poco a poco comprendía que escribir era bastante más que una tontera mía, así que me tomé algo de tiempo para volver a buscar un trabajo de esos que llaman estables. Tomé bastante (hace rato que tenía edad para hacerlo) me pasé días enteros en las bibliotecas públicas y en los centros culturales donde algo de cultura gratis estuviera al alcance de mis ojos, mis oídos y mis manos y cuándo a mi siempre ocupada madre, le pareció que era mucha la vagancia, y por una sugerencia

Los que no existen

L os que no compran en los ciberdays, los que no votan, los que no se endeudan, los que no son líderes de opinión, los que no se capacitan, los que no salen en la tele, los que no salen en los diarios, los que no suenan en las radios, los que se comen lo que otros botan, los que duermen afuera cuando llueve, los que son golpeados pero no han muerto, los que quieren pero no son queridos, los que dicen la verdad a riesgo de quedarse solos, los que creen que todavía podemos ser hermanos, los que estudian para ser decentes en la vida, los que se meten en política para ayudar a la gente, los políticos pobres, los que no desconfían del que es distinto, los que piensan por sí mismos, los que nada necesitan...No existen o al menos; son muy pocos todavía los que los han visto. Cualquier información; tenga la amabilidad de viralizarla en sus redes sociales.

Los que están abajo

L a mayoría de las personas que conocí en mi pueblo pequeño pertenecían y todavía pertenecen a los que están abajo. Esto de las posiciones sociales no lo inventé yo; eran y a pesar de los optimistas todavía son, y como va la cosa, parece que serán. La gente decente se encuentra en cualquier parte y entre los que están abajo ser decente es algo que según avanza la sociedad consumista parece ser cada vez menos práctico. A la gente pobre no le gusta ser pobre, no lo eligen...es por eso que trabajan, estudian y buscan organizarse junto a los suyos para heredarles a sus hijos un mañana mejor. Lamentablemente y debido a los caprichos de la política; cada vez menos de los que están abajo se dan cuenta que no es lo material lo que los saca de la peor de las pobrezas. Los pobres de cosas son cada vez menos y los pobres de principios son cada vez más. La política, en todas sus vertientes (democracia, populismo, y otros cuentos varios) se ha encargado de legislar cada vez más para que todo