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Mostrando entradas de diciembre, 2009

La felicidad en estas fechas

H ace muchos años estas fechas no tenían para mí mayor importancia. Una comida forzada a lo más. Pero recuerdo un año en que todo fue distinto. Nos juntamos varios de los compañeros que éramos por entonces y cargando algunas cajas y bolsas, decidimos ir una noche hasta una toma junto a la línea del tren en un sector marginal. No es preciso describir aquello que las personas que habitaban allí llamaban casa, basta con escribir habitaban en vez de vivían. Los niños, no recuerdo haberlos visto alguna vez más lindos, y eso que no vestían para la ocasión. Jugaban en un carretón abandonado junto a unos cerros de basura, cartones y latas. Había un anciano con el cual conversamos mucho, mucho tiempo; era sabio a la vez que humilde. También había mujeres que hervían el agua para ofrecernos una taza de té o pelaban tomates para hacernos una ensaladita. Ellos no nos conocían ni nosotros a ellos los conocíamos pero aquella noche nos hacíamos compañía. Ellos tenían niños, ancianos y mujeres y

Masa

A l fin de la batalla, y muerto ya el combatiente, vino hacia él un hombre y le dijo: "No mueras, te amo tanto!" Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Se le acercaron dos y repitiéronle: "No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!" Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, clamando: "¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!" Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Le rodearon millones de individuos, con un ruego común: "¡Quédate, hermano!" Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Entonces, todos los hombres de la tierra le rodearon; les vió el cadáver triste, emocionado; incorporóse lentamente, abrazó al primer hombre; echóse a andar... César Vallejo España, aparta de mí este cáliz [1937]

Carta

D ías de amor o de paz ¿Qué piensa usted…? ¿De qué depende encontrar el amor o la paz? ¿Se debe salir a buscar a la calle o simplemente buscar aquí adentro? ...Bien adentro debe buscar quien quiera embarcarse en esta descabellada aventura. El amor no existe, al menos ese amor acaramelado que hoy en día se usa para vendernos tantas cosas. La paz está subyugada a guardar silencio. El amor como otras palabras capitales es mucho más fácil de escribir o teorizar que de poner en práctica. ¿Quién dijo que estaba hablando del amor de pareja…? Ese más que ninguno es pasajero, yo estoy hablando del amor que te transforma la vida cuando ves a un niño sufrir hundido en el irascible ir y venir del huracán de lo injusto. Ese amor que te aborda cuando ves a desvalidos ancianos maltratados en los hospitales o cuando descubres que alguien muy cercano a ti se siente solo. Hablo del amor que busca cambiarnos a nosotros mismos en aquel loco afán de ser para aquellos que nos aman tan solo la s

La visita

Ella nos visita de tanto en tanto; la conocemos y sin embargo no nos deja de remecer. Se pasea burlesca e impredecible y es por eso que le respetamos. Hay quienes le temen, tal vez sea porque no han hallado el modo de dejar arreglados sus asuntos, de cerrar ciclos que debieron cerrarse. No sé si para recibirla se pueda estar preparado, tampoco sé si traiga la paz que algunos le conceden. Nada ni nadie es absoluto; en todo y en todos hay un pro y un contra. A ella la vemos pasar constantemente; la mayor parte del tiempo tiene asuntos con quienes nos rodean y muy de tanto en tanto fija su vacía mirada cerca de nosotros, entonces recordamos que desde muy niños tememos a su nombre, nos enseñan a temerle pues nuestros actos la mayor parte del tiempo se rigen por el miedo a vivir, a experimentar lo que no se conoce. Nadie puede decirnos absolutamente si su venida nos traerá algo mejor o peor de lo que ya hemos vivido. Si es que viene, es para pedirle a alguien que le acompañe, porque a