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Mostrando entradas de agosto, 2008

Facundo Cabral

Quiero escribir acerca de un hombre que vino dos veces hasta mis cosas. Lo escuché hablar cuando era niño y aunque reconocía en él algo especial no lo tenía en buena estima porque a veces cuando hablaba lo hacía sobre Dios. Nunca me gustaron los hombres que hablaban de Dios, no cuando veía mucha palabra y muy pocos actos. No era al parecer el caso de este hombre; le siguió hablando de Dios a quien le quisiese escuchar, aquella fue la primera vez que lo conocí. Con el inevitable paso del tiempo fui encontrando certezas y comprendí que las cosas de este mundo no tienen por qué estar lejanas de aquel sentimiento místico de que existe un ser superior.  Cuando niño no encontré espacio para la espiritualidad, muchas rabias y decepciones marcaron mis madrugadas y mis noches, entonces solo podía creer en las causas sociales desde la certeza de una convicción política. La adolescencia me dio la oportunidad de volver a encontrarlo, había continuado con sus historias, su sencilla y gra

Elvis The Essential Collection

E ste 16 de agosto se conmemoró un año más de la muerte física de Elvis Presley ; digo física porque musicalmente el muchacho de Memphis no podría morir. Tema aparte lo que significa como fenómeno de consumo que sigue dando y dando millones y millones en base a discos, dvd's, conciertos, poleras, llaveros e incluso muñequitos… (que se le va a hacer, así es el marketing).  Volviendo a la idea, la fecha me da pie para comentar un disco que para mi gusto reúne lo mejor del rey del rock: The Essential Collection, que es capaz de resumir una carrera enorme en apenas veintiocho canciones verdaderamente esenciales (cosa que los discos de antología rara vez logran). Contar con un solo disco así de bueno en nuestra colección es sin duda un privilegio.   Por supuesto que para un coleccionista o un fanático de Elvis Presley este es material demasiado básico, pero yo me permito comentarlo para aquellos que deseen disfrutar tan solo de algunos de los grandes éxitos de quién conoció de inconta

Juegos Olimpicos

Este viernes 08 del mes 08 del año 2008 (parafraseando el supersticioso afán del gobierno chino) se dio inicio a los juegos olímpicos de Beijing. Majestuosa inauguración; como era de esperar, estamos hablando de China, una quinta parte de las personas que habitan el mundo, la cuna de la disciplina y el autocontrol. Fuegos artificiales, monumentales coreografías y remembranzas del la cultura y el folclore de la nación anfitriona. No guardaba ningún interés para mí, sin embargo, como muchos, tuve que darme por involucrado. Es un evento mundial y por supuesto se me filtró en los noticieros, la prensa y las entusiasmadas acotaciones de quienes sí alucinan en estas instancias. Creados en la antigüedad por los griegos como un canto físico a la belleza del hombre; cuerpos bellos guardando mentes bellas. Fueron polémicos por entonces, y lo han sido durante sus 112 años de existencia (los primeros juegos modernos se realizaron en Atenas en 1896) ya sea por causas políticas, sociales o cultural

Doña Suspiros

D oña suspiros hablaba de Dios para justificar la mayoría de sus actos y sin embargo nunca terminó de creer en si misma; tal vez por eso siempre buscó llevarse bien con todos. Era gorda, no obesa, solo gorda y constantemente hacía mofa de si misma (tal vez para anticiparse a quienes de todas formas se burlarían de ella), recuerdo además que tenía una hermosa voz y que cantaba en el coro del pueblo. Me llamaba la atención porque suelen decir que los gorditos son alegres y aunque ella hacía lo imposible por parecerlo, se notaba mucho que no lo era. La oíamos hablar de sus penas en el almacén, quejarse de manera no demasiado evidente de las pruebas que le había enviado Dios y de lo mucho que le faltaba el dinero. Ella siempre estaba dispuesta a tomar varios trabajos a la vez y le gustaba que todos en el pueblo la viéramos cargando bolsas y bolsas de cosas que según decía eran necesarias para sus importantes deberes, pues ella sí que era una trabajadora ejemplar. Su única debilidad tal