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Mostrando entradas de febrero, 2022

Nada personal (IV)

  D os que en muy poco se parecen pueden permanecer juntos si en verdad, además de quererse, se respetan. Si son conscientes de que para escribir su propia historia deben evitar el egoísmo.     El amor suele resultar cuando piensas en los motivos del otro, cuando pones el centro de la relación fuera de ti. Nunca existió aquello de vivieron felices por siempre y el tono que prevalece es el de los grises. Definitivamente no nos resulta fácil ver aquello con lo que contamos y es una distracción demasiado al alcance de la mano eso de frustrarnos por no recibir lo que esperamos.     Los hijos suelen ser una proyección que ayuda mucho, tanto que algunos solían cometer el error de obligarse a permanecer juntos viéndoles a ellos como justificación o excusa.     Cuando dos permanecen juntos por tantos años es para complementarse, para entender que la rutina siempre termina por ser oxido en las articulaciones que nos otorgan flexibilidad, que el espacio de uno no tiene por qué ser siempre

Nada personal (II) y (III)

                                                                             II   A quella sonrisa – la de ella – me ha acompañado desde entonces. Extraño, además de muy tierno le pareció que yo me hubiese quedado paralizado cuando ella me quiso dar un beso. Claro está, las excusas no se hicieron esperar. Me vi obligado a confesar que lo del beso me había encontrado desprevenido siendo aquella la primera vez que salíamos juntos, ella paciente se manifestó dispuesta a esperar. -         ¿Qué clase de depredador no conoce la mecánica de los besos apasionados? Me preguntaba yo para mis adentros.     No era ni soy más que un quiltro, un perrito abandonado en su puerta y ella es la veleidosa felina que, escondida detrás de otras muchas puertas, egoístamente se deja querer.     Esta fábula de amor se fue escribiendo así misma a lo largo de tres años, treinta y seis meses, 144 semanas y aproximadamente 1008 días de ternura, confesiones, descubrimientos e incertidumbre. Nunca había habla

Nada personal

U n transitar desde lo que fue hacia lo que podía ser fue cruzar aquella puerta. El despertar de un instinto animal que no sabía que estaba dormido… - - ¿A quién busca? preguntó ella. -  A la administradora – respondí yo   - ¡Ah, la señora M…! dijo a la vez que daba la vuelta para ir a buscarla. Ella, que era la mujer más hermosa que yo hubiese visto en persona, caminó por el pasillo…tenue, gentil cual felina sobre una sinfonía que había sido escrita para su cabello amarrado y el baile de sus caderas. Por un momento, quise ser alguna especie de depredador para detenerla con garras fuertes pero delicadas; morderla con dientes que sin dañarle le redujeran… tonteras que duran apenas un segundo, pues a través de otra puerta que se abría en el pasillo, surgió la señora que era por quien yo había preguntado. Angustiado, sediento de besos que jamás me habían dado esperé hasta la tarde para preguntarle a una compañera de trabajo quién era ella; aquella hembr

No todos los migrantes son iguales

    E stá más que claro que las personas podemos tener puntos de vistas muy diversos con respecto a un mismo tema. Esto es algo que sin duda ha enriquecido considerablemente mis puntos de vista en relación a los puntos de vista que pudiesen tener otras personas, que por lo demás son personas por las que guardo un profundo aprecio. Escribo acerca de esto a propósito de dos entradas anteriores en las que parezco ser demasiado parcial con respecto al tema de los migrantes. Recuerdo que una de mis hermanas vendió su departamento en un céntrico edificio de la ciudad capital porque cada vez eran más los "extranjeros" que arrendaban los departamentos vecinos. Esto fue hace varios años, el natural cariz opaco de la que era nuestra sociedad por aquel tiempo se veía no pocas veces incomodado por el festivo carácter de quienes llegaban, casi todos y todas centroamericanos. Es comprensible que mi hermana, como la mayoría de las personas que están acostumbradas a vivir la vid