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Mostrando entradas de agosto, 2019

La letra de las canciones

M e cuesta comprender que haya quienes no escuchan o poco les interesa lo que digan las letras de las canciones. Si bien, también soy capaz de divagar con una sobresaliente ejecución instrumental o las maravillas que es posible hacer brotar de sintetizadores y órganos eléctricos; nada me conmueve más que la poesía o las imágenes que quedan en mi mente tras escuchar algunas canciones. Puede ser la tragedia que campea a sus anchas en algunos tangos, las lagrimosas manifestaciones del amor mal correspondido tan propias de los boleros y los corridos mexicanos o la simple ternura de ciertos compositores que han escrito y cantado al amor de nombres sencillos en el pasado y el presente con una inspiración muy difícil de falsear cuando no se tiene. Ha ratos necesito escuchar música alegre que otorgue un respiro a la natural melancolía que a cada rato me acompaña. Necesito de momentos y de canciones que me permitan integrarme a la celebración colectiva; entiéndase la cumbia, la salsa

Las otras hambres

                               No sólo de pan vive el hombre                              Ni la mujer, ni el anciano, ni la anciana                              Ni el niño, ni la niña…                              También precisa una casa digna                              Una digna salud y una digna educación                              Seguridad, cultura y entretención                              Respeto y dignidad, afectos y certezas                              Desterrar el miedo y la desconfianza                              El rencor, la mentira y la ignorancia                             Dormir cuanto sea necesario sin necesidad                             De estar enfermo, trabajar para existir y                             De ninguna forma existir para trabajar                             Son las otras hambres, aquellas a las que                             La de las entrañas mata y ahoga…                             Las que se disimul

De la Ira

L eer a Séneca (el joven) en estos días es un bálsamo de paz, moralidad y fortaleza de carácter y principios. No es casual que este sabio pensador romano fuera poco menos que idolatrado durante el renacimiento, que sus obras de teatro, ensayos y diálogos sean descubiertos y valoradas por pensadores que han nacido hace pocos años. Su discurso es simple, directo y carente de toda pretensión y su libro De la ira es muestra y ejemplo de aquello que manifiesto. Cuando cada vez más personas exigen ser escuchadas, cuando a la violencia como nunca se le combate con violencia, un libro como este da bastante para pensar. No es un superventas que la gente compre para después dejarlo en un estante sin leer; incluso quien lo quiera leer lo puede descargar desde Internet, es un clásico romano, un libro que debiese confortarnos en aquellos momentos en que algunos o algunas más heridos que nosotros nos exijan ser más confrontacionales. De la ira es uno de los diálogos más celebre de este pen

Aprendizajes del zen

                                    * -Maestro, sildenafil comencé a estudiar el zen y no me siento mejor. Sigo sin poder hacer contacto con la divinidad que hay en mí, sigo sin conocerme; mis dudas aumentan. ¿Por qué? -Hijo, porque no te das cuenta de que sí te estás conociendo; de otra forma no estarías inquieto y lleno de dudas. Eso forma parte del proceso. El zen es un método, no es el camino; es la escoba que saca los guijarros de tu camino. No busca hacerte mejor, busca hacerte sereno.                                                                          ** Después de ganar varias competencias de tiro al blanco, el joven y presumido campeón, desafió a un maestro del Zen famoso por su habilidad como arquero. El joven demostró una habilidad técnica muy buena cuando impactó el centro del blanco en su primer intento. Su segundo tiro era igual de perfecto y dijo al anciano: - ¡Allí lo tiene! ¿Vea si puede igualar eso? Imperturbado, el maestro no sacó su arco. Le hi