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Mostrando entradas de enero, 2009

Violeta Parra (Entrada Nº 100)

Tengo que confesar que este es el primer homenaje que debí haber hecho, pero ya que no lo fue, decidí que lo sería en algún momento especial. Que mejor que en la entrada número 100 y de paso conmemorar los dos años de este blog. Pero ya basta de preámbulos; el homenaje de ayer, hoy, mañana, y siempre es para la gran Violeta Parra ; artista esencial de Latinoamérica. Hay quienes dicen que si Don Atahualpa Yupanqui es el padre del folclor de nuestro continente; Violeta Parra es la madre. En realidad Violetita fue y es más que un nombre irremplazable en la historia de los cantos y versos populares, fue una artista global: recopilaba, hacía arreglos de cantos campesinos, escribía sus propias canciones y poemas que más tarde también se volverían canciones, pintaba, bordaba arpilleras y también hacía esculturas con los más diversos objetos cotidianos. Ella es una cumbre en la creación femenina, al igual que lo fueron Gabriela Mistral, Juana de Ibarbourou, Delmira Agustini o Alfonsina St

El sueño de un hombre

H ace 45 años un hombre tenía un sueño; como es lógico otros hombres quisieron ser parte de aquel sueño, pero los sueños a veces cuesta realizarlos e incluso existe un universo de sueños no cumplidos. Para bien o para mal los sueños cumplidos son por obra de otros hombres; quiero decir con esto que solo está en las manos de hombres y mujeres el que se cumplan los sueños de otros hombres y mujeres. No es posible esperar que se ejecuten los milagros. De los hombres nace y nacerá la inspiración para los actos nobles y para los otros actos; esos actos que aniquilan los sueños ya no solo de un hombre o una mujer, sino que miles de hombres con sus mujeres y sus hijos e hijas. Hoy, en una tribu del mundo hay cantos, danzas y algarabía porque se ha cumplido parcialmente el sueño de miles de hombres y mujeres, personas humilladas, postergadas y vilipendiada por no tener el color de los que han arrebatado el poder en la mayoría de las tribus con su fe y con sus armas. Ahora está latente el

Tu castigo será verme sonreír

Alguna vez comenté con alguien mi postura ante el odio. Lo hice tan solo por dejarle en claro que para mi no existía adversario digno de cargarme con una sensación que rondando dentro de mis ideas y conceptos terminaría por causarme más daño que al que inútilmente pretendí castigar con mi odio. Existe abundante literatura acerca de la inutilidad del odio; ya todos los credos y corrientes religiosas se han ocupado de " alumbrarnos" respecto al asunto; y sin embargo, algunas simples líneas de una ex presa política, me entregaron mayor claridad y entereza en relación a tan vilipendiado sentimiento humano. “Tu castigo será verme sonreír porque no lograste arrancarme la ternura. Esa a la que le diste golpes de picana.” Ante ustedes las líneas; habitaban una hoja donde Belinda Zubicueta escribía hacía el final de sus días en prisión. (Recupero su bien ganada libertad recién en 1993) Ella no odiaba, ella pensaba en el valor de cada mañana, no ridículamente, ni en un sentido

La Taciturna

Un día al pueblo llegó la taciturna. Sin reconocerlo, anhelaba el amor como todos lo anhelamos, y porque se entregaba en sus actos con más amor que muchos, su aparente dureza la respetamos. Fue respetada y respetó desde el primer momento. Todos nos dábamos cuenta de su tristeza aunque de ella no se filtraran los sentimientos. Un pelo innegablemente hermoso coronaba su rostro irreparablemente pálido.  Llegó con papeles de experta en su arte, y eso era bastante para nosotros que de expertos sabíamos muy poco.  Vino para quedarse aunque ella no lo supiera. Yo siempre comprendía sus cambios de ánimo, aunque ella me malentendiera. La taciturna siempre caminaba alerta a pesar de que creía que era inocente; ella de inocente tenía poco, sabía tanto de la vida como debía saber. La temprana perdida de un ser querido, la innecesaria traición de quien en verdad no valía nada, pero hería con su impuesta presencia…Ella arrastraba por las calles del pueblo su tristeza; ríera o caminase se