D el director de cine Steven Spielberg suele decirse que es un rey Midas . Que cualquier película que dirija o produzca seguro es un éxito. La historia del rey Midas, si se entiende así la cosa, no se entiende muy bien. Déjeme que le cuente para que usted lea que la moraleja poco o nada tiene que ver con el exitismo que no pocos asocian con convertir en oro todo lo que se toca. Hace muchos siglos gobernaba un rey llamado Midas. Este rey tenía mucho más de lo que cualquier hombre pudiera desear. Vivía en un espléndido palacio cuyo mármol brillaba como una joya a la luz del sol y sus jardines de rosales eran los más hermosos de toda la región. Sin embargo, no apreciaba lo que tenía. Un día, mientras recorría su inmenso jardín, se encontró con un sirviente que había perdido su camino. El extraviado era el sirviente preferido del dios Dionisio. El rey Midas decidió acogerlo en el palacio y tratarlo como a un noble. Al terminar la visita, el sirviente emprendió su viaje de regreso al monte