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Mostrando entradas de enero, 2014

Educar el oído (I)

E n época de tantos estímulos audiovisuales que placer es el silencio o la discreta compañía de música suave. Recuerdan cuando era muy bien visto sentarse, encender un cigarrillo o beber un poco de algo y disfrutar de los instrumentos. Me gustan mucho las canciones que dicen cosas pues son alimento para los pensamientos; pero la música, las notas, los sonidos de los instrumentos, son un apacible sendero hacía mi espíritu. Me gusta mucho escuchar guitarras acústicas, pianos y vientos pero sobre todo violines. Me emocionan y me trasportan a sitios en los que creo nunca haber estado y sin embargo los añoro tanto. Procuraré no dar nombres de obras o interpretes porque mi intención no es demostrar nada que no sea el amor a los momentos en que estamos solos. Creo que todos debiésemos darnos el tiempo de sentarnos a escuchar música sinfónica, de detenernos un momento para concertar una cita con nosotros mismos; oír el sonido de nuestros pensamientos, abrir las ventanas hacía los po

Un rincón para compartir

H oy es mi cumpleaños y también el cumpleaños del blog y como ya saben aquellos que me visitan desde al menos algunos años atrás; este día suelo compartir algo que para mi es importante con las personas que son para mi importantes. Para quienes leen lo que escribo he querido ampliar la instancia de compartir todavía más por medio de una pagina que se llama Rincón Cultural   Ojala que lo que puedan encontrar allí tenga tanto valor como para mi. Aquí abajo está el link a las publicaciones de este mes. Vengan todos a esta fiesta que es compartir lo que se tiene.     

Vivir (1952)

S i alguien debe confesar que esta película le sorprendió, ese debo ser yo; no es que no confiara en la capacidad de Akira Kurosawa de dirigir un drama (este director japones es inmensamente conocido por sus películas de samurais) es más bien el desarrollo de la historia y cómo no, la soberbia interpretación que brinda Takashi Shimura en la piel del desahuciado protagonista de esta historia. Kanji Watanabe (Shimura) es un viejo funcionario del servicio público que en más de treinta años lo único que puede presumir es de no haber faltado nunca a su trabajo. Su vida ha sido de lo más monótona hasta el día en que se entera que tiene cáncer. Entonces, enfrentado al desolador hecho de que no es capaz de recordar nada maravilloso de lo que ha sido su existencia, decide darle sentido a sus últimos días. Ve a tanta gente que le ha rodeado a lo largo de los años con nuevos ojos y hace de la construcción de un parque su última razón de vida. Nunca había vivido tanto como ahora que está m

La Maison en Petits Cubes