E n época de tantos estímulos audiovisuales que placer es el silencio o la discreta compañía de música suave. Recuerdan cuando era muy bien visto sentarse, encender un cigarrillo o beber un poco de algo y disfrutar de los instrumentos. Me gustan mucho las canciones que dicen cosas pues son alimento para los pensamientos; pero la música, las notas, los sonidos de los instrumentos, son un apacible sendero hacía mi espíritu. Me gusta mucho escuchar guitarras acústicas, pianos y vientos pero sobre todo violines. Me emocionan y me trasportan a sitios en los que creo nunca haber estado y sin embargo los añoro tanto. Procuraré no dar nombres de obras o interpretes porque mi intención no es demostrar nada que no sea el amor a los momentos en que estamos solos. Creo que todos debiésemos darnos el tiempo de sentarnos a escuchar música sinfónica, de detenernos un momento para concertar una cita con nosotros mismos; oír el sonido de nuestros pensamientos, abrir las ventanas hacía los po