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Mostrando entradas de febrero, 2015

Vértigo (1958)

N o fue muy bien recibida esta obra maestra del siempre interesante director Alfred Hitchcock al momento de su estreno, al parecer era muy intrincada para el es pectador medio de fines de los años cincuenta, pero el tiempo se hizo cargo de hacerle justicia y hoy en día se le considera una de las mejores películas de realizador que no tiene igual en su estilo de proyectarnos sus historias. James Stewart (una vez más; sin duda un actor que sabía como dar con el cariz de distintos personajes) es un detective que trabajaba para la policía de San francisco y debido a un incidente provocado por su horror a las alturas, decide retirarse y trabajar de manera particular poniendo una agencia a la cual asiste un día un viejo conocido que le pide que vigile a su esposa (una gélida e inquietante Kim Novak ) El aceptar tan acometido no es sino solo el comienzo de una delirante historia donde se mezclan, como solo el maestro del terror psicológico podía hacerlo, las obsesiones y las más bajas

La siesta

D uermo más que antes; no puedo negarlo... el otro día me acosté un rato y dormí cuarenta vidas. Soñé su rostro que aún era bello y hablé con varios de mis muertos. La ciudad me importó poco y me valí del sofocante calor para sudar las pocas rabias que me quedaban. Pensé en lo que al parecer tiene poca importancia y me alegre de correr los polvorientos caminos de cuando era un niño. Ya sé que hay gente que mientras duermo sigue muy ocupada, pero la culpa es un zapato que ya no me calza; solo quisiera que algunos amores enredados en los recovecos de lo que a simple vista parece olvidado recuperaran ese poco de salud que se les ha perdido. Que lo que no pudo ser en las tardes de tantos amigos, al fin fuera y que la perra que ladra en la casa de la vecina dejara al fin de hacerlo. Es maravilloso dormirse cuando se tiene sueño. Quedarse en silencio cuando no hay nada que decir...y soñar, soñar con que alguien me esté soñando mientras sueño las vidas que no fueron que se confunden co

Caminar

Lo único que me pondría inevitablemente triste seria no poder caminar. Decía el poeta Antonio Machado que había andado muchos caminos y advertía a los caminantes que no hay caminos; que se hace camino al andar y pregonaba mi abuelo que amaba sus zapatos por que eran el único trasporte que le llevaban a cualquier parte sin pedir nada a cambio. Caminar para pensar, para acercarse a un destino o para alejarse del ayer que ya no aporta al hoy ni un sentido.  Caminar con el peso de lo que se necesita en una mochila o peor que eso...caminar con el peso en nuestro cuerpo de todo aquello que ya no se necesita. Buscar los senderos que otros han caminado o inaugurar senderos nuevos; beber agua de una botella y descansar a la sombra de un árbol o disminuir el paso en medio de la congestión solo para contrariar el frenético apuro de los que creen no tener tiempo. Sentarse después de mucho caminar; escuchar a alguien después de solo haberse escuchado así mismo. Ca

Los que finalmente serán escuchados

D e tanto en tanto aparecen personas con ideas de otro tiempo. Son de aquellos que creen ser dueños de una verdad que a todas luces sabemos que no existe. Son lobos vestidos de ovejas; dicen lo que quieren y como quieren porque ahora todos pueden decir lo que quieran. El problema es ese...lo que dicen; porque no es que digan lo que ellos piensan, sino lo que se supone debe ser dicho como verdad sagrada. Algunos son autoridades de una religión que no acaba de entender que por muy afín a sus dogmas que sea el Estado, sigue siendo un Estado laico. Otros, en minoría como ha sido siempre, se ridiculizan así mismos gritando en las calles contra aquellos que consideran fuera de la ley de su Dios. Hay quienes dicen que Dios NO QUIERE ciertas cosas y quienes aún no entienden que Dios no ESCRIBIÓ ABSOLUTAMENTE NADA de lo que aparece en La Biblia. Son quienes creen que las personas no pueden discernir por sí mismas y que ellos son la luz que nos indicara el camino a seguir. Tantos unos