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Mostrando entradas de noviembre, 2019

Los revoltosos (I)

N o creo que sea el primero de los revoltosos de la historia como a tantos oí decir cuando yo era niño; sin embargo, lo usaré como punto de partida. Ninguna duda cabe de que nació pobre. Trabajó la madera algunos años y alrededor de los treinta se abocó a su verdadera tarea. Replanteó todo aquello que se consideraba correcto por aquel tiempo. Habló pletórico de una extraña convicción muy lejos de los templos. Encontró algunos amigos y amigas, compartió con ellos y ellas sin hacer diferencia alguna. Caminó a solas en el desierto para ordenar sus ideas. Volvió a las calles que le vieron crecer comprometido con su mensaje, reunió a quienes él consideraba sus hermanos y sus hermanas; compartió con ellos y ellas el pan y el vino.     Fue entonces que los uniformados, guiados por el soplo de uno que había comido en su mesa, vinieron por él. Lo juzgaron de mala manera, pues no hay otra forma de juzgar a quienes pensamos que no se nos parecen. Fue condenado por aquellos que por entonces,

El rey de la comedia (1983)

A hora que Joker  (Todd Phillips; 2019) está dando mucho que hablar, es más que oportuno comentar sobre una de sus influencias más directas. La película evidencia por todas partes las influencias del cine del Martin Scorsese de fines de los años setenta y comienzos de los ochenta. Hay mucho de Taxi Driver (1976) y de El rey de la comedia (1982) en la propuesta de esta película que de seguro seguirá dando que hablar hasta la próxima temporada de entrega de premios relativos al cine. Rupert Pupkin ( Robert de Niro ) es un comediante de mala muerte que añora ser reconocido por su héroe, el comediante y animador televisivo Jerry Langford ( Jerry Lewis ), motivo por el que decide, junto a una cómplice, secuestrarlo para "negociar" una posible presentación de su rutina en el programa de televisión del famosísimo comediante. La película trata sobre el culto a la fama, tan antiguo como vigente, la soledad y la necesidad de reconocimiento. Muy citada ha sido la frase de Ruper

Manuel Rojas

M anuel Rojas es, por lejos, el escritor más autentico de la literatura chilena. Por estos días me he empecinado en leer los cuatro libros en los que Aniceto Hevia es el protagonista: Hijo de ladrón (1951), Mejor que el vino (1958), Sombras contra el muro (1964) y La oscura vida radiante (1971). Con ese propósito recurrí a la edición conmemorativa de la editorial Zig-Zag, que reúne la tetralogía en un estuche con dos gruesos tomos embellecidos por un retrato pintado por Roser Bru y un muy elegante diseño interior de tapas y del estuche a cargo de Juan Neira L. Proyecto que forma parte de la fundación que lleva el nombre del escritor de reunir Las Obras Mayores. Comenté la semana pasada la experiencia de leer Hijo de Ladrón; y en la medida en que uno avanza por la azarosa vida de este personaje casi autobiográfico, jamás recae en el desinterés. La edición, buscando una lectura mucho más ordenada para aquel propósito, sitúa la novela Mejor que el vino al final pues es la que

Hijo de ladrón

H abía terminado hace muy poco de leer un conjunto de escritos de Manuel Rojas  titulados La prosa nunca está terminada , reunidos por Ediciones Universidad Diego Portales, y sentí una urgente e inexplicable necesidad de volver a leer Hijo de ladrón que, con justificados argumentos, es el libro más importante de este autor chileno. Lo había leído, como otras entrañables obras, hace muchísimos años y aun así recordaba muy claramente algunas de sus páginas.  Leer el libro al mismo tiempo que en mi pueblo chico han estado sucediéndose un conjunto de marchas y dime que te diré con respecto a las condiciones en que están obligadas a vivir no pocas personas fue más que nada una coincidencia. Las manifestaciones populares vienen siendo un poco lo mismo, pues la manera en que se ordena el Estado sigue siendo más o menos lo mismo. lo que si había cambiado era la solidaridad entre las personas marginadas por el sistema y que al parecer es algo que nos estaba haciendo mucha falta. La