E s muy difícil, tal vez imposible, encontrar un diario que no sirva a algún propósito. Inclusive aquellos que presumen de su "libertad" tienen un fin propagandístico de las ideas del grupo que se da el trabajo de ponerlos en circulación. Consiente, muy consiente de ello una vez que comencé a experimentar aquello de la adultez, intentando una vida de familia que hasta entonces no había conocido...insistí en leer diarios. Iba los fines de semana hasta el kiosco de la esquina cuando compartíamos un muy pequeño departamento con mi ruiseñora y mi changuita. La señora que lo atendía terminó por reconocerme y hasta me guardaba los diarios cuando por alguna razón no alcanzaba a ir a comprarlos temprano como acostumbraba. Las noticias no eran tampoco demasiado alentadoras, por lo que poco a poco la publicidad comenzó a cobrar un protagonismo que resultaba muy evidente para cualquiera que pretendiera leer el diario. Cuando nos cambiamos a la casa donde viviríamos gran par