U n día de mayo, sin más ni más, los educadores de mi pueblo chico despertaron. Habían permanecido dormidos ya por demasiados años. Las autoridades pensaron que los pequeños movimientos serían como de costumbre, pequeños movimientos; que pronto volverían a sus deberes con la mirada baja y mascando una vez más la hiel de la derrota. Con poco, con poco dinero se les mandaba a trabajar a los educadores de mi pueblo ,pensaron siempre las autoridades, pero esta vez ya no era por dinero. Ya no querían más que los pasaran a llevar, que les mintieran y pensaran que eran estúpidos. Se juntaron en el salon de un liceo, hablaron como hace años no lo hacían y juntos encendieron una luz que los poderosos les costaría mucho apagar; era la luz que indicaba el camino que desde ahora en adelante debían seguir. Hubo días en que marcharon, días en que reflexionaron y días en que celebraron el solo hecho de encontrarse. Se oyeron hablar, compartieron sus experiencias y esperaron con certezas el resulta