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Mostrando entradas de septiembre, 2023

El legado democrático

  Q uienes aprendieron las lecciones de la Historia (y la aprendieron demasiado bien) fueron los señores políticos. Parias en los primeros años de la dictadura e inesperados aliados al término de la misma. Políticos también hubo cuando los economistas vieron, con absoluta claridad, qué es lo que se tenía que hacer para transformar los conceptos. Incluso algunos políticos fueron tan importantes durante la dictadura que sus rostros y sus obras estarán eternamente ligados a la imagen del dictador. Pero irónicamente, quienes fueron de mayor utilidad para Augusto Pinochet Ugarte, fueron los políticos que en dictadura fueron proscritos. Esos mismos que cercanos o tibiamente lejanos del gobierno de Salvador Allende, a partir del plebiscito del cinco de octubre de mil novecientos ochenta y ocho pasaron a ser los depositarios de un poder tutelado por el comandante en jefe benemérito reconvenido a partir de entonces en senador vitalicio. Fue la consigna del primer presidente democrático, después

No hay manera de empatar las cosas

  S e intenta justificar lo injustificable aduciendo que hay que remontarse al año 1970, al gobierno de la Unidad Popular para contextualizar el golpe de estado que tanto daño les hizo a tantos y tantas alegrías les trajo a pocos. Se dice que el gobierno de Salvador Allende fue una dictadura y que se pasaron a llevar los derechos humanos de los terratenientes y las transnacionales. Quién ha leído, aunque sea un poco de Historia de América con los dos ojos, sabe de la Guerra Fría y las insolentes gestiones de Estados Unidos en contra de la voluntad democrática de aquellos países que, su política colonialista, nunca ha dejado de ver como infantiles. Sabe, aunque se resista a reconocerlo, que la mayor cuota de violencia, esa violencia que no solo es verbal, sino que vuela puentes y mata a generales del ejército no es atribuible a los afines al gobierno que fue derrocado. Es muy cierto que algunos hablaron de más, que no pocos creyeron en aquello del poder popular y al momento de los cañon

La revolución con sabor a empanada y vino tinto

  C iertamente, para la comunidad internacional, era llamativo que un gobierno socialista llegase al poder a través de votos. No debió serlo para el veleidoso historial democrático del país que, después de tres intentos, le dio el triunfo a Salvador Allende, eterno candidato del partido socialista. Pudo hacer sido en 1952 y no hubiese pasado nada. Otro gobierno con vocación popular como lo fueron los de Arturo Alessandri o Pedro Aguirre Cerda. Allende, según sus biógrafos imparciales era un hombre de profunda convicción democrática y hubiese pasado a la historia como uno más de los presidentes que, proviniendo de una clase acomodada, tenían un verdadero compromiso con la solución de los incontables problemas económicos y sociales que desde siempre han afectado a su país. Mal momento para triunfar. Tras la revolución cubana, tras el mayo del 68 en Francia, en el momento más fogoso de la Guerra Fría. El clima mundial venía caldeado de sucesos históricos, los jóvenes con conciencia social

Las cosas no siempre se pueden ver más claras

  H ace rato que me vengo acordando de aquella vez en que el entrañable maestro Egidio Torres Contreras me dijo que no se podía ver claramente un hecho histórico sino con cincuenta años de distancia. Han pasado cincuenta años desde el golpe de estado en Chile y ya ve usted…las cosas no siempre se pueden ver más claras cuando no existe la suficiente lucidez para reconocer lo que, no cabe duda, ya es hora de reconocer. Han pasado cincuenta años y todavía hay quienes viven aferrados y aferradas a una idea del asunto que les divide de quienes piensan diferente, cuando lo esperable es que las ideas opuestas se pudiesen complementar. Parecen naturales las divisiones entre los seres humanos, necesarias para poder ser lo que pretendemos ser y al parecer nos estorba para ser de una vez en conjunto. Un país no puede avanzar sin llegar a acuerdos, cosa que entienden muy bien los políticos y los empresarios. La democracia, aunque no es perfecta, debe ser cuidada sobre todo en aquellos países que h